Recordando al Poeta

Habiendo transcurridos algunos días del fallecimiento de César Godoy Castillo, en el mes de junio, quiero recordarlo hoy en una dimensión de su personalidad posiblemente muy desconocida aquí en Ovalle: me refiero a su condición de poeta.

Tanto César como yo somos ovallinos, nacimos y vivimos nuestra infancia y adolescencia en esta querida ciudad; sin embargo, recién vinimos a conocernos en Iquique, en 1964, mientras cumplíamos nuestro servicio militar en el regimiento Carampangue.

Recuerdo que, finalizada la primera etapa de instrucción y una vez hecho nuestro Juramento a la Bandera, el comandante de la compañía, don Miguel Alfonso Doren, nos encomendó a ambos el cuidado y atención de la biblioteca del regimiento, instancia en que pudimos cultivar nuestra amistad en el común interés por los libros y la lectura.

Más tarde, la deferencia manifestada por el capitán se vio reiterada cuando nos pidió que nos hiciéramos cargo de un programa radial que tradicionalmente transmitía el regimiento por la radio El Salitre de Iquique, con ocasión de las Fiestas Patrias. 

Concluido nuestro servicio militar dejamos de vernos. Yo seguí viviendo y trabajando en Ovalle mientras César se radicó en Coquimbo, donde había formado familia. Solo pudimos reencontrarnos seis años más tarde en La Serena, en la sede regional de la Universidad de Chile, mientras estudiábamos pedagogía en castellano.

Durante ese período, César obtuvo el primer lugar en un concurso literario organizado por la Universidad del Norte de Antofagasta, con el libro De lo traído y lo llevado, que posteriormente fue publicado por la misma universidad, con muy buena crítica en los medios locales. 

Pero nuestra amistad se vería interrumpida nuevamente a causa del golpe militar de 1973, ya que por diferentes motivos, debimos “congelar” nuestros estudios. César continuó en Coquimbo y yo en Ovalle, él ejerciendo labores administrativas y yo continuando con mis clases en el Liceo de Niñas y en el Colegio La Providencia.

Ignoro si César continuaría posteriormente desarrollando su talento literario, que era muy promisorio. Pero lo podemos deducir por su silencio. Posiblemente, le ocurrió como a muchos poetas de provincia, que si no se incorporan pronto a la dinámica del apoyo y motivación de sus pares (en la pertenencia a algún grupo literario), o no se integran a la dinámica de las postulaciones a fondos de cultura para la publicación de sus obras, lamentablemente se desencantan y desmotivan. O bien que con tesón y entusiasmo, pero de forma reservada, pudo haber perseverado en la creación poética, y que hoy sus escritos estén en poder de su familia a la espera de que alguna vez sean dados a conocer. 

Esta última posibilidad es la que yo espero se haga realidad, pues constituiría un valioso aporte al patrimonio literario de la región de Coquimbo.

Reitero: el talento de César lo merece. “Lo doy firmado”, como dijera en cierta ocasión Mario Banic.   

Fernando A. Ortiz C.

OvalleHoy.cl