El profesor Luis Oro en una carta al Director publicada por este diario reitera su preocupación por la proliferación de ruidos molestos en nuestra ciudad, haciendo notar que la contaminación acústica es un problema que va en aumento, no sólo en Ovalle, sino en todo Chile.
“La contaminación acústica tiene consecuencias desastrosas para la salud mental; provoca estrés, irritación, deterioro de la concentración y de la capacidad intelectual. En algunos lugares hasta deteriora la vida social; puesto que impide conversar de manera civilizada”, agrega.
A través de este medio en los últimos años hemos insistido de manera reiterada sobre este tema, aunque sin ser escuchados, literalmente. Y a los emisores de ruidos mencionados por el profesor Oro – equipos de amplificación de sonido, vehículos con tubo de escape libre, bocinas de automóviles cada vez más agudas, alarmas estridentes en las casas, etcétera – yo agregaría el de la publicidad callejera emitida mediante altavoces.
Por ejemplo en las últimas semanas un circo que llegó a la ciudad para promocionar sus espectáculos no sólo utilizó una flota de vehículos para ”perifonear” por las calles a toda hora, sino que además agregó una novedad: el “perifoneo” aéreo ( “¡Psttt… aquí arriba!”) , con un avión que sobrevolaba la ciudad invitando a asistir al circo.
A ellos se suman a toda hora vehículos ofreciendo servicios de suministro de agua envasada, gas licuado, compra y venta de chatarra, supermercados, etc. Sólo falta que el gitano que empapela la ciudad utilice el mismo sistema para comprar y vender vehículos usados.
Finalmente es posible mencionar las casas comerciales – grandes, medianas y pequeñas – y los vendedores callejeros de discos y videos que han instalado en sus puertas altoparlantes para promocionar la calidad de sus productos.
Como respuesta a los reclamos de los vecinos que residen en esos sectores y a las denuncias a través de la prensa, fuentes vinculadas a la autoridad nos han señalado las innumerables veces que estos transgresores han sido multados por infracción a la ordenanza de ruidos molestos vigente desde 1991. Sin embargo a los sancionados les resulta más conveniente (para ellos, por supuesto) pagar las multas a cumplir con la ordenanza.
El asunto parece un problema que no tiene solución, si no se resuelve aplicar medidas más severas, por ejemplo el cierre temporal de negocios, o el retiro de permisos para funcionar en la vía pública, o aplicar multas de tránsito a quienes circulen con parlantes en sus vehículos; tipo de publicidad que sólo debería estar reservada para promocionar eventos a beneficio de instituciones sin fines de lucro, como el Cuerpo de Bomberos, por ejemplo.
Estas medidas de coerción sin embargo son impopulares y para la autoridad a veces es más conveniente mirar hacia otro lado o hacer oídos sordos, que adoptarlas.
M. B. I.