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Sin ningún costo adicional.

Aún recuerdo las palabras del entonces Ministro Elizalde, cuando en la Moneda en sus funciones de vocero, comentaba que el proyecto que había enviado por aquel entonces la Presidenta Bachelet para reemplazar el sistema binominal por uno que se suponía que sería proporcional y representativo elevando el número de diputados de 120 a 155 y de senadores de 38 a 50 tendría un costo $0.

Por aquel entonces, la gran mayoría éramos escépticos de que tal cosa fuera posible y lamentablemente no nos equivocamos, pues la incorporación de nuevos miembros acarreó un enorme gasto estatal. Al ser consultado el Ministro de ¿cómo podría ser posible que el aumentar el número de parlamentarios no acarreara ningún costo adicional?, si esto se debía a que ¿se les reduciría la dieta? y la respuesta del vocero fue que no, que tendrían la misma dieta y que sólo se produciría una reasignación de recursos. Recalcando en todo momento que esto no acarrearía ningún costo adicional.

Lo que no fue cierto, pues al aumentar el “Estado”, aumentaron los gastos y con ello el costo de la vida para todos, porque a las personas en general pareciera olvidárseles que los Gobiernos no pueden llegar y entregar nada a alguien sin antes habérselo “quitado” a alguna otra persona, que debe previamente haber trabajado para obtenerlo, que se da a través de los impuesto, lo que al final se puede tornar sumamente peligroso para cualquier Nación, porque como señalara Rogers: “Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porqué la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso es el fin de cualquier Nación.”.

Y es la sensación que ocasionan la gran mayoría de los actuales parlamentarios en la colectividad popular, pues llegaron a puestos de representatividad sin ella y si eso no fuera poco, no trabajan para el ciudadano común y corriente, sino que trabajan para sus intereses personalísimos y partidistas, sin importarle la colectividad y para que hablar del bien común. Con lo anterior me estoy refiriendo a los llamados parlamentarios del 1%; de hecho, el 20% de la actual Cámara está conformado por candidatos que no alcanzaron ni el 5% de los votos, lo que es vergonzoso y tremendamente no representativo, que era lo que supuestamente quería promover con esta reforma al sistema electoral.

Como puede ser representativo que llegue a ser Diputada de la República una persona que obtuviera de un universo de 950.000 potenciales votantes menos de 5.000 votos y con esto me refiero a la Diputada Natalia Castillo que obtuvo 1,02% de las preferencias o el Diputado Gonzalo Winter con 1,20%, o también los diputados Boris Barrera y Amaro Labra con 1,29% y 1,82% respectivamente.

Quienes justamente junto a otros de sus bancadas como Vallejos, Jackson, Teillier, Tohá, Jiles, Jiménez, Orsini, Alarcón Cicardini, Hertz, Nuñez, Yeomans, etc. podría estar nombrando a los 67 parlamentarios que votaron en contra de reducir el número de parlamentarios dentro de los cuales curiosamente se encuentran la mayoría de los llamados del 1% y que pertenecen al PC, PS, PH, CS y otros.

Que se opusieran fervientemente a reducir a 120 el número de diputados y 40 el número de senadores aduciendo “argumentos” absurdos como que se perdería representatividad, pero ¿qué representatividad puede tener alguien con 1%?, es evidente que los Diputados o Senadores con menos del 5% son una “distorsión” al sistema democrático que dicen querer representar. Además, que el reducirlos implicaría un gran ahorro para todos y que serviría para destinar esos recursos a gastos sociales ya que como no se redujeron su dieta que tanto pregonaron que lo harían, sino que por el contrario, mínimo que mostraran un poco de empatía y verdadera sintonía con lo que les gusta llamar “las demandas populares”.

Otro argumento que se diera, fue que al reducir el número de Parlamentarios eso también acarrearía una baja en la calidad del trabajo, lo que es alarmante pues si ya la calidad deja mucho que desear, el que baje aún más se tornaría crítica, lo que no le encuentro ningún sentido pues esta acción no debe ir condicionada al número de personas que la integren sino al nivel de compromiso, preparación y entrega, características que desafortunadamente les falta a muchos de nuestros “honorables”.

Susana Verdugo Baraona

OvalleHoy.cl