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Teletón: una vaquita nacional

Como en  septiembre algunos ya empezamos a  “vacunarnos” para evitar  el contagio de  la temible “fiebre Teletonezca”,  esa enfermedad que ataca a los  chilenos haciéndonos creer que  somos un país solidario, que tenemos  una conciencia  social  casi sobrehumana,  que la  discapacidad  debe ser apoyada desde  la victimización, con un  “levántate papá”  empalagoso y un jingle que ni siquiera es original.

Nótese que no hablo de los Instituto Teletón donde los niños, niñas, jóvenes y adultos tienen la oportunidad de ser atendidos de manera integral, oportunidad que    de no ser por el Instituto, jamás tendrían, menos aquellos quienes disponen de menos recursos. Los institutos regionales han sido un aporte fundamental para las familias en todo lo que implica una rehabilitación,  con  técnicos y profesionales que  ponen sus capacidades a disposición de una tarea  de largo aliento en muchos casos. Aplausos para todo/as ello/as.

El hecho es que esta colecta nacional maquillada con un circo artístico-mediático quizás en sus inicios sí justificaba como una colecta nacional. Pero con el paso de los años este circo mediático ha escondido bajo la alfombra una obligación que desde todo punto de vista, debe ser responsabilidad del Estado como lo indica al  artículo 4° de la Ley 20422 : “ Es deber del Estado promover la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad”, pero eso es solo para declaraciones  de buena fe en la O.N.U., en la O.E.A, en la O.E.C.D.y no sé dónde más. Es el Estado quien debería tomar las riendas del financiamiento y expansión de los Instituto Teletón incluyendo investigación científico tecnológica en esa área-.

Bastaría con igualar con el común de los mortales el sistema de salud y pensiones de las FF.AA. y lo que se recaude alcanzaría para crear y mantener veinte institutos más (ya sí, tal vez exagere, pero incluso bastaría que devolvieran lo que se robaron, ¡uf!) O bastaría con subir un punto el miserable royalty que pagan las mineras. O bastaría un punto de ganancias de las A.F.P. que, según datos de la Superintendencia, el 2017 ganaron 950 millones de pesos diarios ¡diarios! O  un punto a las ganancias de la banca que en el primer semestre ganó más de 2000 millones de dólares ¡2000 millones de dólares!.  Bastaría que las grandes empresas, sobre todo de las siete familias dueñas de Chile, entreguen sus impuestos a “esta noble causa” Pero no.  Es más fácil un bingo como dijo el otro y si a eso le agregamos pan y circo para el pueblo, perfecto.

Así se desvía la mirada de lo que pasa en el país, como si no bastara el poder de los medios de incomunicación masiva que han dedicado su lev motiv a ocultar y manipular la información.

“Hagamos llorar y pidamos plata” parece ser la consigna. Así nos creemos solidarios, porque damos cinco lucas a “los pobrecitos niños de la Teletón”. Y eso es otra de las cosas abominables de esta “cucha nacional”: Se aprovecha de visibilizar las situaciones de discapacidad pero desde  la  victimización  de las personas en esa condición. El 2014  la O.N.U. recomendó a nuestro país  dejar de promover el estereotipo de la caridad por sobre  el  de derecho de las personas con discapacidad.

Ya basta de este show televisivo. Ya basta de ese jingle poco original. Ya basta de lavarnos el cerebro y hacernos creer algo que no somos.  Lo que necesitamos no son colectivos con el lema del show en sus parabrisas, necesitamos que los colectiveros se detengan y suban sin reclamos a las personas en silla de ruedas cuando éstas lo necesitan; necesitamos que los servicios  públicos tengan accesos universales (si no me creen, vayan el Registro Civil); necesitamos más recursos para las Escuelas Especiales, no que las escuelas especiales hagan una venta de ropa usada para donar lo recaudado  a las “27 horas de hipocresía, digo, de amor”; No necesitamos decir “personas con capacidades diferentes”   (a menos que vuelen, tengan miradas de rayos X o  se tele trasporten con sólo chasquear los dedos)  porque todos tenemos diferentes capacidades; lo que necesitamos es reconocer al otro/a independiente de sus limitaciones o virtudes, como  personas de derecho, con las mismas oportunidades, reconocer a las personas con discapacidad como PERSONAS , no como POBRECITOS DELA TELETÓN  .

Basta de “vaquitas”. Es hora que el Estado de Chile asuma su responsabilidad. Asuma de una vez por todas.

Por K Ardiles Irarrázabal

OvalleHoy.cl