Por esas cosas hermosas que tiene la vida, y por un medio completamente inusual, llegó a nuestro Hogar una Receta de un Pan de Pascua.
No era cualquier Receta. Hay miles en Internet. Esta era una Receta que le fue traspasada de una Profesora de origen alemán, a su mejor alumna de Repostería.
Tanto era el aprecio que se ganó esta alumna, que su Profesora «desarchivó» una de sus Recetas Secretas que había sido heredada de generación en generación por esta hermosa familia de alemanes.
En mi casa nunca habíamos hecho Pan de Pascua. Siempre lo comprábamos. Y en verdad yo, particularmente, solo me lo servía para acompañar un «Colita de Mono».
Pero en esta oportunidad decidimos «hacer hermoso nuestro pasado» y nos propusimos hacer nosotros el Pan de Pascua. Y así convertirlo en otra tradición en nuestra Casa.
Tan entusiasmado estábamos con Sarita, mi esposa, que mi hija Aline también «se sumó» al Equipo. Así que ahora éramos 3 Chefs en «busca del Pan de Pascua perdido».
Dispuestos los ingredientes ordenaditos, y utensilios en mano, Sarita se hizo cargo de la organización general, Aline se hizo cargo del merengue «nieve»….. y yo de la Maceración.
Este proceso se hizo con todo cariño y humor. Y mientras Sarita hacía la «alquimia» de ingredientes, nuestra casa empezaba a «pasarse» a un exquisito olor a Navidad.
Todo se hizo con mucho cuidado hasta sacar los Panes del horno. Y como la Receta lo indicaba, tuvimos que esperar dos días para que el Pan «reposara» y recién poder probarlo.
Pasaron los dos días.
¡Qué emoción!… ¡Íbamos, por primera vez, a probar un Pan de Pascua hecho por nuestras propias manos!
Después de llevarnos el primer bocado a la boca, y masticarlo un poco para degustar, se empezaron a levantar lentamente nuestras cejas, haciendo un arco sobre nuestros ojos, y nuestra expresión alegre y expectante empezó a transformarse en una indescriptible mueca de … «¡¿Qué pasó?!».
Nadie decía nada. Todos masticábamos cada vez más lento, hasta que casi al unísono dijimos:
– ¡Le faltó azúcar!
– ¡Chuta! …y nos salieron tres Panes y medio!
– Y ¿qué hacemos ahora?
Manos en la cabeza, medias vueltas, caras de interrogación, repasos mentales, etc. se apropiaron de los siguientes minutos después de la «probadita».
Pero…
– ¡Calma en el combate!… ¡Que no «panda el cúnico»!
Veamos:
– ¿Como está la textura?… ¡Espectacular!
– ¿Como está la fragancia?… ¡Exquisita!
– ¿Como quedó el color?… ¡Maravilloso!
– ¿Se desgrana fácilmente?… ¡No!
– ¿Puedes cortarlo en tajadas delgadas?… ¡Por supuesto!
… entonces…
– ¡Untemos las tajadas con miel!
¡¡Dicho y hecho!!.
Procedimos a untar algunas tajadas con miel y… no puedo expresar el resultado.
Un exquisito Pan de Pascua digno del paladar más exigente.
Un sabor suave enriquecido con los frutos secos macerados en una mezcla rica en olores y sabores.
Una textura que se mezclaba suave y fácilmente en la boca haciendo las delicias de las papilas gustativas. ¡Una maravilla!
Nuevamente de un rotundo fracaso, pudimos, saliéndonos de los paradigmas limitantes, crear un Pan de Pascua con su propia individualidad.
Ahora, para Navidad nuestro Pan de Pascua será servido en delicadas rebanadas acompañado con un potecito que contendrá la Miel que sacara – a este «error» de los Cocineros Sarita, Aline y Pedro – un sabor que realmente se transformó en adictivo.
«No hay mal que por bien no venga»
Un gran abrazo y Feliz Navidad a todos
Pedro Vargas.
