La alameda de Ovalle es un paseo que es motivo de orgullo de los habitantes de la ciudad, por su belleza y por el ordenamiento de sus especies arbóreas y sus prados.
Y las autoridades locales en los últimos años se han ido preocupando de su arreglo y mayor hermoseamiento, por ejemplo con la modernización del Espejo de Agua que es lugar obligado de visita para los turistas que cuando llegan a la ciudad no pueden evitar sacarse una foto con él de fondo.
Sin embargo hay un punto negro que es inevitable no mencionar, y que es la paulatina destrucción de algunos de los cercos de cemento y metal que rodean algunos sectores, cuyo cemento se ha ido desmoronando sin que estos sean repuestos. En especial en el bandejón entre Vicuña Mackenna e Independencia.
Esta destrucción queda oculta por la presencia de comercio ambulante, aunque los fines de semana en los que la acera está libre de este comercio, el problema queda al desnudo en toda su magnitud.
Tal vez sea el momento de darle una “manito de gato”.
M.B.I
