InicioultimasOpiniónUn recuerdo especial a mis amigos de la infancia y adolescencia

Un recuerdo especial a mis amigos de la infancia y adolescencia

Como poder de verdad estrechar vínculos con las personas si estamos sometidos en esta carrera que nos encierra en la individualidad. Hoy estamos enfrentados a no armar relaciones o con escasos ejemplos vemos que hay personas que con su actuar  nos enseñan a acoger a todos, a ampliar y desarrollar constantemente la capacidad de amistad.

Esa amistad que tenía lazos muy sólidos esa que no permanece impasible frente al otro en la alegría, en el dolor y aún más ante la experiencia de la muerte.

Debemos sacar experiencias esas en las cuales nos hacemos participes en medio de una conversación que muchas veces con temas intrascendentes, podemos llegar al fondo y llenarlas de amor. Todas las circunstancias de la vida son buenas para hacer amigos. Nosotros no debemos olvidar que amistad y caridad forman una sola cosa: luz divina que da calor.

Oportunidades hay muchas las relaciones de vecindad, de trabajo, de estudio, encuentros fortuitos y otros buscados. El cristiano siempre está abierto a los demás. Con el amigo se comparte lo mejor que se posee; nos hay mejor valor que la amistad, esa que se va afianzando en los años y se va construyendo con los lazos que de verdad hacen crecer y estrechar de manera permanente para encontrar una mejor convivencia esa que nos ayuden a encontrar puntos de unión y de entendimiento se requiere una maduración en la persona para saber prescindir y olvidar lo que desune, cediendo con elegancia en nuestros puntos de vista cuando se trate de asuntos de poca importancia que separan y van creando distancias que hacen difícil la confianza y el mutuo entendimiento, hay que desprenderse de esas pequeñeces que ensucian la amistad.

La amistad requiere que ayudemos al amigo. Si descubres algún defecto en el amigo corrígelo en secreto. Las correcciones hacen bien y son de más provecho que una amistad muda, que calla mientras ve que el amigo se hunde. La amistad debe ser perseverante. No cambiemos de amigo como lo hacen los niños, que se dejan llevar por la ola fácil de los sentimientos. No te avergüences de defender al amigo. No lo abandones en el momento de necesidad, no le olvides, no le niegues tu afecto, porque la amistad es el soporte de la vida.

Cuando sea necesario, soportemos incluso grandes sacrificios por lealtad hacia el amigo. Quizá haya que afrontar enemistades para defender la causa del amigo inocente, y muy a menudo recibir insultos cuando trates de responder y rebatir a aquellos que le atacan. En la adversidad se prueban los amigos verdaderos, pues en la prosperidad todos parecen felices.

Esto lleva a cada persona que ve en esto la fuente para aprender a fortalecer una relación que quizá se estaba rompiendo, a quitar un obstáculo, a superar el egoísmo y la comodidad de quedarnos en nosotros mismos.

Son muchos los años que han pasado por mi vida en los cuales siempre sentí el cariño de los amigos que con la distancia o el pasar el tiempo ellos me ayudaron a caminar por la vida y afortunado por haber sido puesto en mi vida cada uno de ellos. En mi mente hay muchos nombres que no es necesario mencionar, ellos saben que son y seguirán siendo importantes en mi vida; creo que también vendrán nuevos con los cuales estrechare una amistad. Solo agradecer a Dios por cada uno(a) de ellos.

Debemos siempre pensar que  tenemos ejemplos para mirar y aprender: El amor a Cristo nos vuelve más humano. Aprendamos de Él a ser amigos de nuestros amigos, ya que Él fue capaz de entregar su vida por sus amigos.

Un recuerdo muy especial a mis amigos de la infancia y adolescencia de mi recordada ciudad de Ovalle, ellos de una manera u otra siempre están en mi recuerdo, fueron los mejores años que los atesoro cada día, al igual que a cada uno de ellos, no quiero nombrar a ninguno, pues se me podría olvidar alguno y eso sería de mi parte imperdonable, pero los que lean este texto sabrán que son ellos. Los del callejón de La Chimba, los de la calle Independencia, los de calle Vicuña Mackenna, los de calle Tangue, los de mi recordada escuela siete.

                                                      Hugo Ramírez Cordova.

OvalleHoy.cl