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Una ventana hacia el futuro.

Desde Asia se viene una ola de innovación de la que no podemos escapar, con ella vienen preguntas que tendremos que hacer sobre nuestros datos y su valor.

En el sur de China hay una ciudad que tiene una población equivalente a 2 tercios de la población de nuestro país (y cuya área metropolitana tiene 5 millones más personas que Chile)(1), pero que hace 40 años no era más grande que Ovalle;  esta ciudad tiene una mayoría de autos eléctricos, es seguramente donde fue hecho el celular o computador en el que lee esta columna y donde irá a llegar cuando lo renueve. Y además, es la sede de 6 universidades ubicadas entre las 100 mejores del mundo. Esta es la ciudad de Shenzhen.

Shenzhen no era más que una bahía de pesqueros frente a la metrópolis que es Hong Kong, pero una vez fue llamada la primera Zona Económica Especial del gigante asiático en 1980, fue transformándose de a poco en una ciudad donde primero habrían solamente fábricas para llegar a lo que es hoy, la ciudad que determina el avance tecnológico de la humanidad.

Puede sonar muy exagerado, pero es la verdad. Hay cosas que ya llegaron a nuestro país, como podemos ver en Santiago con la introducción de buses eléctricos y trenes autopilotados en el sistema de transporte público que han provocado un incremento en la eficiencia y comodidad del servicio así como una reducción enorme en la huella de carbono que este produce. No nos debemos sorprender una vez llegue a nuestra región, tarde o temprano.

Esto no es lo único que hemos heredado, hay cosas que ya llegaron, incluso a nuestra región, y ni siquiera nos dimos cuenta. Si ha jugado o ha visto alguien jugar League of Legends, Call of Duty o Fortnite, sorpresa, el gigante chino Tencent es dueño de una parte de esos juegos, su sede es en Shenzhen (2). Si ha escuchado música de, por ejemplo, Billie Eilish, Eric Clapton o Luis Miguel, sorpresa, nuevamente:  Tencent es dueño de los derechos de esos artistas (2). Sin contar que si tiene un teléfono Huawei en sus manos, este viene 100% de Shenzhen, ¿Tiene un iPhone? Pues adivine dónde fue ensamblado, exacto.

Esta ciudad cada día entra más en nuestras vidas de forma sutil e indirecta, lo que puede ser esperanzador para aquellos optimistas o altamente preocupante para quienes sepan que todos esos datos personales nuestros terminan en las manos de estas empresas que, al fin y al cabo, rinden cuentas a uno de los últimos gobiernos totalitarios en nuestro mundo.

El tema de nuestros datos ha de ser algo que debemos discutir profundamente, especialmente tomando en cuenta la cantidad de dinero por el que diversas empresas venden entre sí el acceso a estos, ¿cómo se siente de que alguien lucre con sus datos personales?. Estos unos y ceros que describen nuestros nombres, intereses, con quién nos relacionamos y mucho más es el petróleo del siglo XXI.

¿Esta es una exageración? No, para nada, según la revista Quartz , Facebook vendió aproximadamente 55 billones de dolares en datos de sus 2.4 billones de usuarios en Julio del 2019 (1), eso es 23 dólares por persona de datos vendidos a quienes hacen anuncios en su plataforma, y eso es sin contar el fruto de esos datos para quienes los compraron o las ventas de otras compañías como Google, Twitter o Uber. Y a nivel nacional, imagínense cuánto dinero se mueve para que nos llamen de una compañía de teléfono distinta a la nuestra para ofrecernos un plan, ellos sabiendo desde ya nuestros datos; o cuando un banco nos llama por un crédito pre-aprobado. Si escarbamos un poco, lo que encontraremos es impresionante.

Este tema va a ser vital de discutir dentro de la futura Convención Constituyente. Varios países, especialmente iberoamericanos, han introducido el Habeas Data como un derecho constitucional de las personas, mientras que otros están jugueteando con la idea. Personalmente me gustaría que llegáramos un paso más adelante y garanticemos como derecho fundamental la propiedad personal sobre nuestros datos, lo que implicaría el derecho a ser remunerados por estos si son intercambiados entre empresas, requiriendo estas de nuestro consentimiento para tales operaciones.

Este no es solo un tema económico, sino también uno vital para nuestra seguridad personal y asegurar nuestros derechos fundamentales. Hoy nuestros datos podrían caer en manos de cualquiera que tenga el dinero y el interés suficientes. Solamente nos protegen normativas hechas para el tiempo en que la privacidad se extendía a lo físico (correspondencia) y ya es tiempo de proteger lo que hacemos en el ciberespacio.

En China, no ha habido problema respecto de esto, después de todo, esos datos siempre le han pertenecido al Gobierno. Pero en una sociedad como lo es la nuestra, en donde el sentido de la propiedad individual es mucho más notorio, se hace vital ver cómo queremos que sea este futuro que sí o sí irá en las líneas que marca Shenzhen, pero es nuestra elección cómo queremos regularlo.

Saludos, y cuídense en estos tiempos de crisis.

Felipe R. I. Hernández Romero.

(1): https://www.macrotrends.net/cities/20667/shenzhen/population

(2): https://www.npr.org/2020/01/08/794515696/chinese-tech-giant-tencent-wants-a-piece-of-theworlds-most-successful-record-la

(3): https://qz.com/1655610/how-can-you-measure-the-worth-of-your-data/

OvalleHoy.cl