Vivo en un país que me violenta. En donde me pagan menos por ser mujer, en donde soy «un cacho» por estar en edad fértil y soy «más cara» para las isapres.
Vivo en un país que me violenta, en donde los hombres me gritan obscenidades en la calle y es aceptado socialmente como piropo. En donde he sido acosada y manoseada por «machos» que se creen con el derecho a hacerlo.
Vivo en un país que me violenta, porque si me visto como se me da la gana ando «provocando a los hombres» y si me pasa algo «es porque me lo busqué».
Vivo en un país que me violenta, porque ni siquiera tengo la libertad de decidir sobre mi cuerpo.
Vivo en un país que me violenta, porque estoy obligada a trabajar hasta los 60 años y ahora me dicen que debo trabajar más para tener una mejor pensión que ni siquiera me asegura una vejez digna.
Vivo en un país que me violenta, porque para estudiar tuve que endeudarme y pagar lo que no tengo.
Vivo en un país que me violenta, porque nací en una sociedad machista que me cuestiona que teniendo casi 30 años, no tenga intenciones de casarme ni de tener hijos.
Vivo en un país que me violenta, porque me quieren sumisa, casta y devota.
Vivo en un país que me violenta, porque hay hombres que creen que tienen el derecho a matarme o a arrancarme los ojos.
Vivo en un país que me violenta, porque me apuntan con el dedo si decido vivir mi sexualidad libremente.
Vivo en un país que me violenta, porque si me tomo unos tragos de más, «soy poco señorita».
Por Catherine Gómez Córdova
Periodista