Viajábamos ya a Nueva York. No habíamos dormido bien porque a la altura de Guayaquil hubo demasiada y fuerte turbulencia, así que cuando sucedió el hecho que menciono en el titulo estaba medio dormido.
Los aviones modernos tienen frente a cada asiento una pantalla táctil donde uno puede ver películas, leer algún libro, jugar algo, y también muestra la ruta y el lugar donde está volando el avión en ese momento.
Me encanta esta última opción porque siempre estoy ubicado respecto del tiempo y ruta del viaje.
Decía que estaba medio dormido cuando empiezo a ver por la pequeña ventana del avión un pequeñísimo resplandor violáceo-purpureo que se empezó a perfilar a lo lejos.
Este fenómeno no estaba en mis libros. Sabía de las auroras boreales; pero estas ocurren más a los polos. Así que, aurora no era.
En los próximos minutos el resplandor siguió creciendo y mi incertidumbre igual.
Y se me ocurre mirar el mapa de ruta del avión y caigo en cuenta… ¡estábamos volando sobre el TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS!!
¡Aquí les mando la foto que saqué en el momento!
O sea: el triángulo de las bermudas y… el resplandor que siguió creciendo! (Adjunto foto)
Ya era un hecho. Capaz que el maldito triángulo nos abdujera a nosotros igual que como a tantos aviones, barcos, y cuanto se le ponía por delante!
Medio asustado desperté a Pedro Jr. que dormía a mi lado y le dije:
– Hijo, ¿Qué será eso?.
– El sol papá.
– ¿Cómo el sol?
– Lo que pasa es que si tú aprietas esa cosita que está bajo la ventana, se va eliminando progresivamente un filtro que traen los aviones modernos – para eliminar la cortinita típica de los aviones – y así puedes viajar tranquilo sin que te moleste el sol.
Entonces empecé a apretar el botoncito y… ¡voila!… el sol se mostró radiante sobre el océano y nos recordó que ya pronto aterrizaríamos en el aeropuerto JFK de Nueva York.
(No se porque me acordé de la Carmela de San Rosendo) Jejeje…
Un abrazo
Pedro Vargas