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XXIX Feria del Libro de Ovalle: ¿El vaso medio lleno o medio vacío?

El lunes cerró las puertas la XXIX Feria del Libro de Ovalle, un evento cultural que dejó un sabor agriculce en el paladar de los asistentes.

Lo primero, es preciso ver el vaso medio lleno. Que lo que es una larga tradición cultural en el verano ovallino se mantenga y pueda convertirse en una alternativa de cultura y recreación para quienes no tienen la posibilidad dejar la ciudad durante estas fechas. Eso siempre es de agradecer.

En lo cultural, un programa con gran presencia de escritores, expositores en distintas materias, provenientes de la región de Coquimbo, en especial con temas en lo que se refiere al patrimonio y a nuestros origen . Tal vez como nunca antes los ovallinos pudieron informarse del aporte de nuestros ancestros en el desarrollo de nuestra formación como cultura y sociedad.

Un aporte no menor fue el de los escritores locales, la mayoría reunidos en la Agrupación Liqmalliñ, que pudieron dar a conocer sus creaciones a la audiencia durante los casi nueve días de la muestra.

Destacamos asimismo la existencia del denominado Rincón Infantil, que durante el desarrollo de la Feria se ocupó de entregar educación y entretención a los niños de menor edad, un rincón en el que disfrutaron de igual manera padres y pequeños.

Sin embargo, también hay que ver la mitad vacía del vaso.

Primero, la falta de figuras de relevancia nacional en el evento. Este año, como nunca,  el programa careció de aquellos nombres que llaman de inmediato la atención del público y que atraen audiencias, obligando incluso a algunas personas a reprogramar sus vacaciones para estar presentes en esos días. La única presencia que concentró un mayor interés fue el periodista de TVN, Gustavo Huerta que en su presentación del libro “Jadue…” convocó una cantidad notable de espectadores.

Lo ideal es que esas figuras lleguen no a bendecir a los asistentes desde el podio con su palabra, sino que interactúen con el público y, mejor aún, con los escritores locales a través de microtalleres.

Por lo demás la ausencia de figuras reduce proporcionalmente la cantidad de público, y a su vez disminuyen las ventas de los libreros que exponen en sus puestos.

Y a propósito de libreros, este año la oferta editorial sacó derechamente nota en rojo. Una gran cantidad de oferta provenía de expositores locales, con oferta de textos colegiales, enciclopedias, textos de carácter técnico, etc, aunque escaso material de interés literario.

En los últimos años, nuestra feria ha ido des jerarquizándose en cuanto a la presencia de invitados y de oferta literaria. Ya nadie parece querer venir a Ovalle. Después que la nuestra fuera una de las cuatro muestras más importantes del país que año a año concentraba a lo mejor de la literatura nacional, hoy es un pálido reflejo eso.

¿Pero también qué se puede esperar si al parecer los organizadores no tienen el respaldo de sus autoridades? No quiero decir del dinero que se recibe para su financiamiento, sino a un respaldo real.

A tal punto que en los días de funcionamiento la única autoridad que estuvo presente fue el consejero regional Hanna Jarufe, y el Director del Centro Cultural, Ifman Huerta. ¿Pero alcalde subrogante, concejales?.

A tal punto que una escritora invitada ironizó al respecto durante su presentación. Al saludar a los asistente, comenzó diciendo «Autoridades asistentes… – y se interrumpió de pronto para decir – ¡Ah de veras que no hay ninguna  autoridad!”.

Es un tema que (sin molestarse por las críticas) es preciso analizar en profundidad y ver si es posible efectuar las correcciones para que nuestra feria el próximo año – redondeando las tres décadas – vuelva a recuperar el brillo de otrora.

M.B.I.

OvalleHoy.cl