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¿Y cómo andaremos por casa con el tema de la corrupción?

La corrupción es un arma muy efectiva para destruir las sociedades. Comienza “con un pituto” como decía la vieja canción: en el almacén de la esquina, en el colegio, para conseguir trabajo. 

Basta ver como cayeron los gobiernos de los países vecinos, todos ellos, de izquierda o derecha,  hicieron “favores”  a las grandes empresas y por ello recibieron alguna recompensa que a varios tiene en juicios o detrás de las rejas. Pasó en el futbol también con el mayor escándalo de corrupción. En todo caso, el factor común de esos casos no es precisamente la tendencia  política de los presidentes, sino  lo son los poderosos, los dueños de todo, los que corrompen son el factor común  : teniendo todo, quieren más. Simple.

Puede que sorprenda  y moleste , pero en realidad, la corrupción llegó para quedarse. Es un acto tan natural como respirar, es parte de nuestra vida diaria y lo vemos cada día: el nepotismo exacerbado y  descarado de los gobiernos ( éste lleva la batuta indiscutiblemente); el “pituto” disfrazado de mérito para los hijos/as  para que puedan tener más de lo que se les ha dado por haber nacido privilegiados, aunque claro, no fue su culpa; los  desvergonzados y asquerosamente    elevados sueldos de los parlamentarios; el  que el banco  te cobra por  hacer un giro de tu dinero ¡TU DINERO!; el perdonazo  de intereses a  empresas; las patéticas clases de ética para delincuentes ; la cuentas públicas donde sacas a relucir estadísticas pero no realidades; el  no pago de contribuciones tan de moda por estos días; el arresto a la señora que vende  lechugas en el carrito en la esquina mientras  se escoltan  “narcofunerales”;  el no dar una boleta de venta por pequeña que sea;  llevar  a los hijos al colegio en el  vehículo institucional; sacar a dar una vuelta a la playa a la familia en la camioneta municipal, el ganar becas o viajes sin concursos ni sorteos; el sacarte selfies y robar la carga de un camión volcado en vez de ayudar a los heridos o simplemente no  pagar el pasaje y seguramente miles de ejemplos más que se olvidan  o pasan desapercibidos por normalizados. 

Nuestro país, incluyendo Ovalle por supuesto, vive la corrupción a vista y paciencia de todos y todas, lamentablemente es casi parte de nuestro ADN pues esto es herencia genética del capitalismo, donde tener es más importante que el ser o como decía el maestro Galeano, “(…) donde el contrato del matrimonio es más importante que el amor,  el funeral importa más que el muerto, la ropa más que el cuerpo  y la misa más que dios”  y es precisamente la  moral corrupta, los actos de corrupción por pequeños que sean,  ayudan a mantener y solventar todo ese envase en que estamos viviendo. 

 Lo que es peor, si la corrupción nos ha hecho tocar fondo como personas y sociedad, lamentablemente  en vez de salir a flote, cavamos.  Como dijo el mismo Galeano:  Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Y somos una sociedad corrupta.    

Por K Ardiles Irarrázabal
Columnista

OvalleHoy.cl