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Ya estamos terminando un nuevo año

Ya estamos terminando un nuevo año y se hace necesario poder recorrer lo vivido, ya que siempre es bueno revisarse y revisar lo bueno, lo malo; ya que así vemos si hemos crecido en la resolución de los problemas y de enfrentar la vida.

Es saludable hacer esto porque nos pone en la dimensión de crecimiento, porque cada año que pasa por la vida es una nueva enseñanza, porque las situaciones varían de año en año y las formas de asumirlas es distinto. Esto  también trae consigo profundizar la relación con nuestro Padre Dios, ya que es Él quien en forma silenciosa nos protege, nos da la fuerza del amor, ese que llena toda la vida, este Dios que suaviza las penas, los dolores, nos ayuda a levantarnos cuando hemos caído; con su cercanía aplacamos nuestra terquedad, al sentir su presencia nos muestra que vale la pena vivir.

Algunas veces no vemos más allá, porque nos encerramos en nuestra capsula, muchas veces  somos egoístas pues suponemos que solo a nosotros nos toca vivir situaciones adversas y no nos damos cuenta que hay personas que si sufren situaciones más extremas o tantas veces nos quejamos de todo, sin mirar en amplitud lo recibido, es la gracia que Dios nos nutre y nos alimenta para dar un sentido distinto a la vida, valoremos lo recibido. Pero cuando se mira en profundidad la vida, somos afortunados; basta mirar en nuestra familia, como este amor nos fortalece y demos gracias a Dios por todos los momentos que compartimos, que ese amor de familia nos de la fuerza para superar los momentos amargos que sufrimos o experimentamos, porque la fortaleza nace del sentirnos amados.

Cada día debemos sentirnos afortunados porque al abrir los ojos apreciamos todo lo que tenemos alrededor que se nos da en forma gratuita, la vida es algo fundamental porque nos hace apreciar y respetar nuestro cuerpo, el respirar, el escuchar los sonidos de las aves, la hermosura de los árboles y plantas, el trabajo, el compartir, el saberse amado, la familia son experiencias que nos hacen valorar y dar un sentido a la vida. Es ahí donde vamos vinculándonos con el amor, la fraternidad, la solidaridad, la felicidad esa que nos relaciona con el otro.

Por eso detente un momento a apreciar lo recorrido y tratar de cambiar lo que fue negativo, apreciando las cosas buenas vividas y descubrir en esa inmensidad de situaciones la presencia de Dios; ora agradeciendo, pero coloca también en esa intimidad a las personas que no son de tu agrado o con las cuales has tenido un mal entendido. La oración es el mayor alimento que Jesús nos deja para crecer y perdonar.

Hagamos el esfuerzo por dar más cariño y comprensión, esforzándonos por entregar más amor a nuestra esposa(o) a nuestros hijos, a las personas, dedicando el tiempo para disfrutar las cosas sencillas de la vida; recordando a nuestros familiares que han partido al encuentro con el Señor; a preocuparnos más por las personas que están alrededor, compartiendo con las personas más vulnerables y ayudándolas, a mostrar un sincero interés por ellas que pasan por un momento aflictivo, porque en cada persona está el rostro de Cristo en quien reconocemos la entrega total por todos sin excepción.

Al terminar este recorrido siente la presencia del amor, ese que te hace ser más dócil, nunca es tarde perdonar, solo siente que la vida es algo prestado, por eso vuelca tu vida a hacer el bien, a siempre buscar el encuentro, dejando atrás todas esas pequeñas incomprensiones o egoísmos que no te dejan crecer, siente la presencia de Dios en cada persona que encuentres en tu vida, se feliz con las pequeñas cosas y dibuja en tu cara esa sonrisa de este niño Jesús que viene a la vida a recrear el amor que su Padre Dios tiene en cada uno(a) de sus hijos(as) amadas, que esta noche buena en tu familia te hagas portador del amor, bendiciendo, abrazando y besando a cada uno(a) de ellos, agradeciendo todos estos hermosos momentos, porque nuestros tiempos no son los mismos que Dios nos regala.

Si tienes amigos, anda a saludarlos.

Si tienes enemigos, reconcíliate.

Si los que viven cerca de tuyo son pobres, ayúdalos.

Si eres orgulloso, entierra tu orgullo.

Si luchas contra la injusticia, no te canses.

Si has pecado, conviértete.

Si te rodea la oscuridad, prende tu lámpara.

Si estás triste, busca la alegría.

Si cometiste errores, reflexiona sobre ellos.

Si sientes odio, olvídalo.

Hugo Ramírez Cordova.

OvalleHoy.cl