InicioultimasOpinión18 años de Diaconado

18 años de Diaconado

En nuestra vida se nos van presentando situaciones que escapan al mero conocimiento, sino más bien a una gratuidad que el Señor nos va regalando, que uno no alcanza a comprender.

Son experiencias que se salen del contexto, sino más bien un descubrir la inmensidad del amor que Dios nos tiene preparado a cada uno. En este año al cumplir un año más de mi ordenación como Diácono Permanente fluyen desde mi interior gozos y esperanzas, los cuales quisiera poder compartir con cada uno(a) de Uds. en la fragilidad de mi ser en el devenir de la vida, uno va aprendiendo a ser un servidor, dejando de lado los miedos, los temores, los obstáculos.

Este servicio me ha permitido conocer mejor a Cristo en el rostro de tantas personas que en su calidez, en su sencillez, en su palabra, en su dolor, él esté presente.

Pero es a través de la oración que uno va sintiendo la confianza, que nuestro Padre Dios nos va alimentando en el Espíritu, para poder comprender realmente el significado de su misión y como uno está llamado a ser colaborador con Él, en medio del trabajo, de una población, de una comunidad y en medio de tantas dificultades que hoy día encontramos la falta de fe, el individualismo, el secularismo, la desconfianza y por los errores que se han cometido en la Iglesia.

A veces descubro que me baja el desánimo, pero siempre el Señor se vale de medios para poder entender que él nos va enseñando modelos a seguir y sobretodo la Palabra de Dios que es fuente inagotable para entender el amor.

Pero también es importante la familia, sobretodo mi esposa Gleny mis hijos Ángela, Hugo, Yasmin, los cuales siempre tienen una palabra de aliento, un gesto de amor para poder sobreponerse, cuando uno se siente un poco desanimado y bajoneado. Sobre todo con las enfermedades que nos han golpeado fuertemente como familia el cáncer de mi esposa, las contantes operaciones que ha sufrido y también mi hija Yasmin que la han operado tres veces del cerebro y en su última operación le descubrieron cáncer lo cual la ha llevado tener tratamientos súper invasivos radioterapia y quimioterapia lo cual se tiene que prolongar por todo este año.

Este año nos ha tocado fuertemente con esta enfermedad del Covid19 que ha transformado la manera de relacionarse con las personas, ha limitado mi accionar, pero sobretodo el acompañar físicamente; ya que esto me ha traído por mi hija y esposa restringir el visitar a los enfermos e ir a la parroquia, solo a través de mensajes por celular con algunos saber de mi comunidad.

La vida de servicio al Señor, va entregando deseos de poder compartir junto al hermano que sufre, al que está solo, enfermo, sin esperanzas; una palabra, una actitud de entrega incondicional, para que se pueda sobrellevar las cargas que tienen las personas. En una actitud de escucha, de oración, de compañía.

Gracias a Dios por tantas bendiciones que he recibido, por tantas personas que me han acompañado en las diferentes parroquias que he servido con humildad; ellas me han ayudado a crecer, me han mostrado el rostro de Cristo pero sobretodo el valor del respeto, el amor, la confianza y como se debe ser comunidad  y sobre todo por esta Iglesia en la cual estoy prestando este ministerio del Diaconado.

Uno va descubriendo que el Señor se vale de personas frágiles, para poder manifestar que todos podemos desde nuestros diferentes carismas, poder ser fieles portadores de su palabra para alcanzar lo que espera de cada cristiano ser realmente esperanza de lograr un mundo más justo, con las personas que todavía no encuentran el gozo de vivir, cerca de Él.

Yo exclamé: ¡Ay de mí, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, Yahvé de los Ejércitos!

Entonces voló hacia mí uno de los serafines. Tenía un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas. Tocó con él mi boca y dijo: Mira, esto ha tocado tus labios, tu falta ha sido perdonada, y tu pecado, borrado.” Isaías 6, 5-7.

Es así como uno se siente cuando por gracia de Dios, es llamado a prestar un servicio en la Iglesia. No colocándose como si fuera un superhombre, ni algo sobrenatural, sino más bien, en la humildad, en la sencillez que a uno le toca en cada servicio que se presta. La Iglesia nos necesita a todos desde los diversos ámbitos a hacer alcanzable este Reino en medio, de nuestra vida.

                                               Hugo Ramírez Cordova.

OvalleHoy.cl