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Conmemoraciones históricas.

A comienzos de semana se conmemoró un nuevo aniversario del asalto y toma del Morro de Arica y en vista de este hecho histórico, aproveché a mis pacientes más grandecitos a preguntarles que se conmemoraba el día 7 de junio y para mí sorpresa todos sin excepción alguna me contestaron que no sabían, incluso dándoles pistas tan evidentes no fueron capaces de acertar a la respuesta y esto no es primera vez que ocurre, en otras oportunidades cuando han venido vestidos con sus elegantes trajes de huaso o chinita en fiestas patrias les hago preguntas similares y me han llegado a contestar que se celebra a la cueca y a la empanada.

Creo que esto ocurre no sólo porque la educación en los colegios (no todos) está dejando mucho que desear en gran parte de las materias que se imparten, sino porque en el seno de la familia ya no se ve este traspaso de generación en generación de la historia de uno, de su pueblo, de su patria, de recordar a nuestros héroes y no a estos seudo “héroes” de cartón que hoy se pintan como salvadores de la patria cuando no han hecho más que destruirla, dividirla y empobrecerla.

Este traspaso en los senos de las familias se ha perdido, y vemos hoy como las actuales generaciones no tienen idea de su propia historia, y por eso es más fácil la introducción del pensamiento deconstruccionista que busca dejar “acéfalos” al receptor, en este caso los más jóvenes, ya que es más sencillo de moldear su pensamiento al antojo de los seudo héroes de hoy en día.

Como Nación debemos conocer nuestra historia, porque como decía el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana que “quien olvida su historia está condenado a repetirla”, e incluso me atrevería a extender aquella frase no sólo dejándola en quien olvida su historia; sino que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. Toda generación del presente y del futuro, merece ser educada a través de la historia, sin polarizaciones, sino simplemente a través de los hechos, porque al dejar el pasado atrás y no aprender de él, de los errores si se cometieron, tiene altas probabilidades de volver a cometer los mismos errores.

Lamentablemente se cae habitualmente en el error de creer que se puede continuar sin aprender del pasado, pero al poco andar se ven los resultados de esta omisión voluntaria o involuntaria en algunos casos. Que vuelvan esas tertulias de padres e hijos, abuelos y nietos en que se transmitían no solo conocimientos sino ese profundo amor patrio, que lo podemos ver en aquellos soldados y otras personas que los acompañaron en sus gestas como la legendaria toma del Morro de Arica, el combate de La Concepción, las batallas de Yungay, Chacabuco, Maipú y tantas otras.

De estos nobles y valientes soldados que lucharon por una convicción de un Chile libre, soberano, con un ánimo absolutamente altruista, cuestión que hoy se ve desgraciadamente diluida por la ignorancia y el olvido. Somos nosotros, los adultos quienes tenemos el deber moral de contribuir en el traspaso de dicha información a nuestros hijos, nietos y a todos aquellos que quieran escuchar las lecciones de heroísmo y amor patrio de los chilenos del pasado.

Recordemos que en dichas batallas no sólo sirvieron soldados, sino que cientos de chilenos de otras maneras, profesionales de la salud, obreros, campesinos, estudiantes, profesores, ingenieros, carpinteros, etc. todos y cada uno de ellos hicieron en su acto una entrega sin límite que debe ser un ejemplo iluminador para todos nosotros hoy en día y no dejar en el olvido aquellos hitos históricos que nos han dado la Nación que hoy conocemos, por nuestros héroes del ayer, de hoy y del mañana. ¡Viva Chile!

Susana Verdugo Baraona.

OvalleHoy.cl