Pedro Fernández, por una grave enfermedad que lo dejó postrado, dejó las bandejas y las copas de los principales restaurantes de la ciudad para atender un pequeño puesto callejero.
Fernández sufre desde hace dos años un grave problema en sus pies y pantorrillas que le impide mantenerse de pie, a la espera que se produzca el milagro de reunir la cantidad de dinero que le permita intervenirse quirúrgicamente.Mientras eso ocurra, recurre a los medicamentos para mitigar las dolencias y mantener controlada la enfermedad.
El puesto, reconoce, le sirve apenas y malamente para vivir y comprar los remedios , apósitos, etc.
Fernández hasta no hace mucho tiempo fue un conocido garzón de importantes restaurantes y clubs de la ciudad, donde se codeó con los más granado de la sociedad ovallina y autoridades de visita en la ciudad . Su último trabajo fue en el Club Social Árabe, ubicado a pocos metros de donde tiene su provisorio puesto de trabajo dominical.
Desde su enfermedad se instala todos los días con su silla de ruedas y puesto de frutas y verduras en calle Libertad, a alrededor de media cuadra de la Alameda.
Los domingos, cuando la esquina de calle Vicuña Mackenna y Arauco queda desocupada , él se traslada ahí donde el flujo de clientes es mayor y los ingresos son superiores que en su ubicación original.
La pregunta inevitable es si la autoridad municipal debiera reservar estos lugares de mayor concurrencia de público a personas que realmente lo necesiten: discapacitadas físicamente, como Pedro Fernández, o a ancianos, privilegiándolos sobre las personas jóvenes y sanas que bien pueden desempeñarse en un trabajo que le permita el sustento.
M.B.I.