InicioultimasArtes y CulturaDesde Mark Twain hasta Bolaño: eclipses en la literatura universal

Desde Mark Twain hasta Bolaño: eclipses en la literatura universal

Los eclipses solares han estado desde hace muchísimos años presentes en la literatura universal, en especial en la narrativa, y han sido numerosos los autores que, con mayor o menor acierto los han utilizado en sus escritos.

Entre otros, lo han empleado H. Ridder Haggar en “Las minas del rey Salomón” y Mark Twain en “Un yanqui en la corte del rey Arturo”. Más recientemente lo hicieron Gabriel García Márquez   en su cuento “La noche del Eclipse” incluido en el libro “Del amor y otros demonios”, y el rey del microrelato, Augusto Monterroso, con su relato “Eclipse” en el que narra los infortunios de fray Bartolomé Arrazola apresado por los indígenas de Guatemala  y a punto de ser sacrificado ante un altar.

El religioso recordó que, según los cálculos de Aristóteles,  para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

“Si me matáis puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura”, les dijo.

Con lo que no contaba el monje era que los indígenas conocían todas las fechas en que la se producirían eclipses solares que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices mucho antes que lo hiciera Aristóteles.

Una aproximación más reciente al tema es la que hace el chileno Roberto Bolaño en su cuento “Comedia del horror de Francia”, el tercero del volumen Sepulcros de Vaqueros, publicado luego de la muerte prematura del autor.

En este se muestra a un grupo de amigos en un restaurante de un balneario de Centroamérica esperando la llegada del eclipse.

“Por un lado el sol comenzó a apagarse hasta volverse completamente negro”, describe el narrador señalando a una pareja que bailaba en medio de la pista.

“También debo decir que  toda la gente que apoyaba sus narices en los ventanales de La Vecindad del Sol, puede, esto es una presunción, que fuera yo, además de aquella chica, el único que miraba indistintamente lo que sucedía en ambas orillas. Cuando el eclipse se hubo completado todos, es decir el círculo de amigos de Roger Balamba, retuvimos la respiración y aplaudimos. Los demás parroquianos siguieron nuestro ejemplo y el aplauso fue, además de unánime, atronador”, añade en otro párrafo.

“Después el sol volvió a brillar en los cristales del establecimiento y la mayoría guardó en sus bolsillos ( o tiró al suelo) los artefactos usados para preservar los ojos de los peligrosos rayos del astro rey, salvo los camareros  que siguieron atendiendo con la gafas puestas durante más de cinco años, creando una moda a la que se adhirieron, al cabo del tiempo, los camareros de los hoteles, de los estaderos cerca de la playa, y finalmente los camareros de las discotecas”, añade Bolaño.

El eclipse del 2 de junio servirá de inspiración a narradores y tendremos obras de calidad que así lo testifiquen?

Le pongo un reto a mis colegas ovallinos: que se atrevan, aunque sea a escribir un micro relato, que sirva para recordar este episodio de la historia regional.

M.B.I.

OvalleHoy.cl