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Desesperanza aprendida

10-03-2015 Marcelo Corral
Marcelo Corral

Recuerdo en una clase de psicología  haber dicho » Profe parece  que la jaula no tiene corriente». El respondió, no,  no es eso. Lograron crear lo que se conoce como «desesperanza aprendida».

En forma breve consiste en electrificar la mitad de una jaula y poner una rata dentro. Algunos segundos después de hacer sonar una chicharra se electrificaba la mitad de la jaula , después de un tiempo la rata al escuchar la chicharra se movía al otro lado de la jaula para estar a salvo de la corriente. El experimento se ponía interesante cuando la rata no sabía qué lado tendría corriente. Al escuchar la chicharra corría de un lado para otro como loca.

Pero en la última fase se electrificaba ambos lados de la jaula y la rata ya no corría. Había «comprendido» que una vez que sonaba la chicharra no servía de nada correr, era imposible  escapar. En otra palabras aparecía la  » desesperanza aprendida «.

Es fácil caer en esta desesperanza como individuos, y también como sociedad. Nos acostumbramos a ver la basura por todos lados y ya no luchamos con la bolsa de plástico volando  en el aire. Cuando ponemos el intermitente para cambiar de pista apostamos que no nos darán la pasada. Queremos una ciudad sin perros vagos ensuciando y rompiendo todo pero tenemos miedo de que nos llamen insensibles con los animales. Bajamos la vista cuando vemos los grafitis y pensamos “tal vez con un poco de agua salga”.

Dejar  que la corriente corra por nuestros pies y acostarnos sin hacer nada parece ser una buena idea. Pero la verdad es que somos más complejos que eso , podemos sentirnos abatidos pero no es razón para no dar la lucha. El ejemplo es una buena forma de enseñar.

En tiempos difíciles es cuando debemos ser más humanos , es el momento de los valores, del respeto y de no convertirnos en ratas de laboratorio. Es un buen momento para demostrar que significa ser un  ser humano.

 

Marcelo Corral

OvalleHoy.cl