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La Maldición de la Hacienda

Agradezco a Mario Banic y a Patricia Badilla que me hayan elegido para presentar la novela “La Maldición de la Hacienda”. Mi gratitud obedece a que se trata de una autora de mi tierra y de una novela cuyos escenarios son también de mi origen.

La lectura placentera de este libro me planteó de inmediato dos reacciones: sorpresa y curiosidad. La sorpresa arranca del hecho de ser esta la primera novela que publica la autora y sin embargo impresiona la fogueada maestría en el arte de escribir ficciones. Su prosa es limpia, ágil, trasparente, carente de los ripios tan comunes en los primeros textos de un autor; el manejo del lenguaje es amplio y variado. Se entrecruzan en forma natural el habla culta formal, con el lenguaje coloquial, más aún, con esa especie de dialecto que resulta ser el sello de una localidad, de una determinada geografía, en este caso los sectores rurales de la Cuarta Región. Quizás uno de sus atributos mas preciados, en materia de lenguaje, sea el rescate de palabras, dichos, refranes y sentencias propias del habla chilena que, dada su oralidad, perviven amenazadas por la vulnerabilidad.

Una muestra: “Al arrimarse al brasero la vihuelista, una jauría de huasos envalentonados se le fue encima para ofrecerle vino. Ella sonrió exudando su almizcle mortal y bebió un sorbo de cada vaso para no desairar a ninguno. Después, cuando el verso disoluto de su guitarra le despertó el instinto al peonaje, el Chato Chusco, aperado en su pinta dominical, por su poncho achamanado y sus ojotas curtidas, se calzó una china bajo el brazo y la llevó al medio del patio…”

Finalmente, es sorprendente como la autora vence los problemas de estructura y composición en una obra difícil por la cantidad de personajes principales y secundarios y las innumerables situaciones narrativas que la recorren.

La curiosidad, en cambio, se produce al preguntarme ¿cómo se logra escribir de esta manera, en un medio rural, en el que – no es difícil imaginar – hay pocos estímulos para el ejercicio de las letras y su progresiva perfección. Patricia vive y trabaja en Las Sossas, una localidad al interior de Ovalle. Todos sabemos que la escritura es una práctica solitaria. El escritor se ve enfrentado a la hoja en blanco y solo cuenta con su genio e ingenio para resolver la multiplicidad de problemas que se le presentar al componer la obra: elegir el tipo de narrador, las voces, los puntos de vista los tonos, los nombres de los personajes, etc: Muchas veces, esto se logra con la atenta lectura de maestros del arte de la ficción, con obras que nos entregan nuevas técnicas, nuevos procedimientos narrativos, ingeniosas propuestas. Para ello, es necesario contar con buenas y modernas bibliotecas, con el intercambio de ideas y experiencias con otros escritores y, sobre todo, con librerías actualizadas que nos permitan estar el contacto con las nuevas tendencias literarias que circulan en el país y el extranjero. Si esto es difícil encontrar en Santiago, con mayor razón lo ha de ser en Las Sossas, como en Ovalle, en Copiapó, La Serena y tantas de nuestras ciudades que no se caracterizan precisamente por contar con medios literarios ricos en estímulos y posibilidades.

Alguien podrá decir que ahora los escritores tenemos internet. Y, por cierto, es una gran ayuda. Ha permitido crear la llamada Aldea Global y ponernos en contacto con el mundo entero, dialogar con escritores y conocer parte de sus obras. Entonces podremos comprender el plenitud el talento innato de quienes no contaron con esos medios y sin embargo son nuestros Premios Nobel de literatura. Ambos oriundos de zonas alejadas a la capital y en tiempos en que las comunicaciones eran muy difíciles.

Yo estoy convencido que Patricia Badilla tiene ese talento innato para la narración. En su novela, a pesar de estar ambientada en el siglo diecinueve, la recorren temas de acuciante actualidad, como el machismo, la reivindicación de los géneros, la capacidad femenina para realizar actividades que parecían vedadas a su condición. Y esta virtud, es la que a mi juicio, constituye la esencia de la gran novela: sacar a la luz aquellas condiciones humanas que cruzan transversalmente las épocas. El escarabajo de “La Metamorfosis” de Kafka cumplió cien años y representa en plenitud al hombre de nuestro tiempo: su cosificación, su soledad, su angustia existencial, su depresión ante un mundo que lo rechaza.

En la novela “La Maldición de la Hacienda” se cruzan dos historias. La oficial, la pública, la Historia registrada en los libros. En ella encontramos personajes históricos como el político y empresario José Tomás Urmeneta, , Maximiliano Errázuriz, Enrique Meiggs. El ingeniero Charles Lambert que introdujo el horno reverbero en Chile. La explotación del mineral de cobre de Tamaya. La construcción del ferrocarril que unía a los pueblos del valle del Limarí con Tongoy, lugar de embarque del mineral. La fundición de cobre de Guayacán.

La otra es la historia íntima, la historia privada de las familias, la historia susurrada y vedada al oído ajeno. Esta es la historia de la familia del terrateniente Ambrosio Ossa, hombre de carácter que se le muestra ya en las postrimerías de su vida. Casado con Trinidad, una mujer adelantada a la época, de espíritu libre, educada en Paris, amante de la literatura y desprejuiciada en asuntos del sexo, y la vida de las cinco hijas del matrimonio de nombres emblemáticos: Esperanza, Gloria, Victoria, Independencia y Libertad. El conflicto surge por el legendario estigma de muchos hombres de esta tierra: el acendrado machismo, la desconfianza en el desempeño de la mujer, el tantas veces menosprecio por el valor femenino. Don Ambrosio está empeñado en desheredar a sus hijas y dar su herencia a algún varón de su estirpe. Sólo a un hombre confiará su fortuna.

La novela, ambientada en el siglo XIX en la Cuarta Región, se va armando con las personalidades de las cinco hijas: Esperanza la mayor, de carácter maternal; Victoria, mujer de temperamento fuerte; Gloria, desprejuiciada como la madre; Independencia, enclaustrada por su extraña enfermedad en el mundo de sus libros; y Libertad, la menor, la más hermosa, pura y virginal, consagrada a la vida religiosa. De ellas nos enteramos de sus traumas, sus miedos, sus amores, sus pretendientes, sus vidas enclaustradas y misteriosas. Cada una con su propio carácter se desenvuelven, junto con sus criadas, en creencias, secretos, y mitos. Entre los muros de la casona de la hacienda moran también seres de otras dimensiones que se interponen en la vida de las cinco mujeres. Como en toda historia íntima de las familias tradicionales del siglo diecinueve, asistimos a un mundo de intrigas, de misterios, dramas, confabulaciones y enigmas. La hacienda, como toda empresa agrícola del pasado, tiene orden jerárquico, que desciende desde el patrón, pasando por el capataz, los peones, los medieros, eslabones que, a pesar de la explotación y el trato muchas veces vejatorio, las volvia eficientes empresas productoras.

Este núcleo narrativo está inserto en un mundo rural con sus personajes, sus fiestas religiosas, las procesiones a la virgen, con Chinos danzantes, con guirnaldas y flores de papel adornando las calles, con las celebraciones paganas donde el alcohol, el baile, las canciones solían terminar el tragedias. Con las chinganas. Con las típicas creencias en las penaduras de los muertos, en los entierros de tesoros. Aquí asistimos a un mundo lleno de humor. Violencia, chascarros y anécdotas. Nos topamos con personajes como la Domitila Pizpireta, el Chato Chusco, Principio Zuleta, el Hueso Carnudo, el Infausto Rosales, alias el Rajita. Y tantos otros que nos introducen en un humor del bueno, en un humor verdadero.

El nombre da la novela, “La Maldición de la Hacienda”, tiene varias lecturas. Primero, el incumplimiento de la prescripción del patriarca de dejar un heredero varón en sus dominios. Ninguna de sus hijas le da el nieto añorado y su sobrino Federico Ossa abandona el escenario y la pretensión del tío de heredarlo. Finalmente Gloria, una de sus hijas, se encargará de la administración de la hacienda. Segunda, la desaparición y muerte trágica de los pretendientes de las hijas. El suicidio de doña Trinidad. Tercero, las muertes violentas de varios personajes, entre estos el capataz Misael Castañeda. Finalmente la participación en el mundo real de fantasmas y seres fantásticos que influyen en la conducta de las mujeres de la hacienda.

Creo que en el interior de esta novela chilena se incuban varias novelas; dicho de otro modo, esta es una novela preñada de novelas. Sólo consistiría en alargar los múltiples episodios que la recorren de punta a cabo. Por ejemplo: el enclaustramiento del patriarca Ambrosio Ossa, sumido en sus recuerdos, sus ambiciones, su tiránico despotismo, sus infidelidades. La historia juvenil de doña Trinidad en Paris. Si inclinación por la literatura, sus Talleres en la Ciudad Luz, sus amistades, su misterioso retrato. La historia de Libertad, la hija entregada a Dios, sus contradicciones, sus misterio. La historia de amor entre Gloria y Gregorio. La historia entre Domitila Pizpireta y su enamorado “El Rajita”. La historia del capataz, Misael Castañeda. Todos son personajes a la espera de sus propias novelas. Así es la riqueza imaginativa de nuestra escritora. Esos escenarios y esos personajes son para Patricia Badilla lo que para García Márquez fue el pueblo de Macondo.

Quisiera terminar destacando la belleza de la prosa poética que salpica en varias partes a novela, llenándola de belleza y matices.

“- No quiero imaginar cuando estos pinos crezcan – le dijo el hombre, lanzándole a quemarropa el conjuro de sus ojos zarcos”.
“Tenía la misma singularidad que una espiga en un campo de trigo”.

“el tibio sol de la tarde se cuajó en los cristales, imprimiendo al tabernáculo un aspecto diamantino”.

“Una estampida de hojas sucumbiendo a los girones del viento”.

“… doña Trinidad la eligió a ella, esta morena de caderas anchas y bonito semblante vendría a consumir los delirios literarios que garabateara en los talleres de Francia, en donde describía el ardiente affaire entre un dios y un mortal con dos almas”.

“Venía vestida de cielo, de intemporalidad con estrellas enredadas en su pelo”.

Rolando Rojo Redoles
Escritor

N.del  E.: Esta es la presentación efectuada por el escritor Rolando Rojo Redoles del libro «La Maldición de la Hacienda» en la Feria Internacional del Libro de Santiago 2018.

Una sonriente Patricia Badilla y Rolando Rojo Redoles.
Notable presencia de espectadores a la presentación del libro.
OvalleHoy.cl