Al
igual que a fines del año pasado, en donde me sumé junto a cientos de personas
a la “marcha por Jesús”, la cual se viene realizando desde hace cuatro años con
motivo de conmemorar el día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes y
manifestarse en contra del aborto y la ley de identidad de género. En ésta oportunidad,
me sumé a la marcha que se realizó el sábado recién pasado, con motivo de hacer
visible que aún existimos personas dispuestas a “luchar” para que se respeten
las dos vidas.
La reunión se llevó acabo en la
ciudad de La Serena, nos reunimos en la plaza Buenos Aires, en donde llegaron
más de un centenar de personas, desde familias, adultos mayores a jóvenes y
niños que están por las dos vidas y nos manifestamos recorriendo las calles de
la ciudad llegando hasta frente de la intendencia- Mientras nos manifestábamos
en ese recorrido, las personas que circulaban por los alrededores fueron muy respetuosas
y es algo que debe agradecerse, y se sumaban con señales de apoyo y bocinazos
al ritmo de la batucada y bailes que nos precedía pues a diferencia de lo que ocurre muchas
veces en la ciudad de Santiago, donde este tipo de convocatorias termina es
desmanes, aquí fue todo lo contrario, se generó un ambiente grato, de armonía que
hizo inclusive que se fueran sumando personas con el paso de nuestro por las
calles de la ciudad.
En ésta columna, al igual que lo he
hecho anteriormente, cuando escribí sobre el tema de que siempre se deben
respetar las dos vidas, no me referiré ni al origen de la vida; ni haré alusión
a las políticas de salud pública, y tampoco hablaré sobre las tres causales de
aborto. El debate que quiero entablar nuevamente, es sobre la dignidad humana y
para ello dejo planteada las siguientes preguntas, tal como lo hice con
anterioridad. La dignidad humana, ¿es entregada por la ley?, o ¿es inherente a
la
condición
humana?, ésta ¿debe estar sujeta a las mayorías o minorías o al populismo?, ¿o
la dignidad humana debiese ser respetada desde sus inicios y no desde la
arbitrariedad de una legislación? Pues no es cualquier “cosa” de lo que estamos
hablando, sino que estamos hablando sobre una vida humana y es por ello que
merece la más absoluta y rotunda protección de todos nosotros. Porque si no lo consideramos
como tal o merecedor de tan férrea defensa ¿qué era antes de que fuese un ser
humano?, ¿no es nada?, ¿no vale nada?; ¿es la dignidad algo que pueda
entregarse en partes?, o ¿acaso es menos digna una persona que tiene una
discapacidad? y la respuesta a ello es que la dignidad humana es una, completa
y desde el inicio de la vida.
El aceptar un aborto como
“terapéutico” no es más que el tratar de adornar y tergiversar una realidad
para que “suene más bonito” y sea aceptado por la mayoría, es manipular los
conceptos y es un claro desprecio por la vida; pues al utilizar esta palabra
como aborto “terapéutico”, no es más que para confundir a las personas, puesto
que no puede haber “tratamiento o terapia para matar”. De hecho, si nos ponemos
a pensar en que el que puede lo más como es matar y sobre todo, a un inocente,
porque eso es el aborto, ¿por qué no va a poder lo menos? como coludirse para
obtener mejores rentas, estafar a las personas, evadir impuestos, cobrar
comisiones usureras, prevaricar, mentir, manipular, engañar, insultar, agredir,
robar al electorado, a los accionistas, al cónyuge, a los clientes, a los
proveedores y así largo y gran etc. Esto no quiere decir que esté bien, pero
¿si puedo lo más, por qué no lo menos?; puesto que una vez que se atropella el
derecho a la vida, los demás derechos secundarios y derivados, quedan
disponibles y cualquier argumento justificará su vulneración.
Otro
asunto que me gustaría tratar someramente es el uso de la palabra libertad,
cuando se trata de éste tema, pues la libertad no puede ser utilizada para no respetar
el derecho más importante de todos, sin el cual nada tendría sentido que es el
derecho a la vida, el derecho a vivir. La libertad, tiene un límite que es la dignidad
humana y es por eso por lo que es incompatible la dignidad humana con el homicidio.
Es una pena que no se respete la
vida y la dignidad de este ser inocente, que es digno de vivir desde el momento
de su concepción.
Susana Verdugo Baraona.