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¡Que vergüenza, que pena!

La imagen que ilustra esta nota fue captada el viernes 21 de mayo a las 12.10 horas, en los momentos que el Cuerpo de Bomberos de Ovalle hacía sonar su sirena recordando el momento en el que se hundía la Esmeralda en la rada de Iquique y fallecía Arturo Prat en la cubierta del monitor Huáscar cumpliendo una de las más conmovedoras lecciones de patriotismo que conozca la historia.

A esa hora sin embargo la Plaza de Armas de Ovalle se encontraba casi desierta – un padre que juega con sus hijos pequeños en la pérgola, una dama que descansa sentada en un banco, un montón de bancos de una feria artesanal arrumbados a unos metros – mientras en el busto el héroe de Iquique permanece solitario mirando a lontananza, esperando ver llegar quizás a quienes vengan a hacerle un tributo.

Pero no, la plaza continúa desierta y el homenaje no llega.

Permanecemos un rato esperando  ver aparecer a las principales autoridades de la ciudad: quizás el Alcalde, el Gobernador, el Subprefecto de carabineros, una delegación del Cuerpo de Bomberos, acompañados de la Banda Municipal , y de un representante de la Agrupación Hermandad de la Costa, a depositar una ofrenda floral.

Sin desfile, sin acto público con delegaciones de estudiantes o instituciones, sin aglomeraciones de gente que en las actuales circunstancias sanitarias serían riesgosas.

Pero nada.

Vuelvo a casa con el corazón confundido.

¡Qué vergüenza, qué pena!, me digo.

M.B.I.

OvalleHoy.cl