InicioultimasOpiniónRecuerdo el día que la Zarigüeya llegó a nuestra casa

Recuerdo el día que la Zarigüeya llegó a nuestra casa

Recuerdo ese 22 de enero que mis hijas trajeron a casa una pequeña cachorra, que habían encontrado en las afueras de la casa de mis suegros en calle Alberto Blest Gana de la población Fray Jorge.

Era el animal más feo que hubiere visto: hinchado por los parásitos, lleno de pulgas y garrapatas, tímido que se escondía en cualquier lugar. Ellas temían que si la dejaban en la calle  se saliera a la calzada y fuera atropellada por algún vehículo.

Como ya teníamos una mascota – la Chilila  – Acepté que se quedara en casa hasta que se repusiera y poder llevarla a la primera feria de adopción de mascotas que se realizaría en las primeras semanas de marzo en la plaza de Armas. Entre tanto la llevaron al veterinario para tratarla de los parásitos, y de los bichos que pululaban por su pelaje.

En una de estas visitas supimos que se trataba de una hembra galga, e incluso el parroquiano de un local de la Alameda que la vio en los brazos de una de mis hijas, se ofreció a comprarla.

Se repuso pero llegado el momento de llevarla a la Feria de adopción mis hijas (con el silencio cómplice de la Gorda, mi esposa) se opusieron a llevarla a la Plaza y terminó ´por quedarse. La bautizamos como Laurita, en homenaje a la Beata Laura Vicuña, recordando el día que había sido encontrada en la calle.

Yo la encontraba parecida a una Zarigueya y terminé por llamarla de esa manera.

Con los meses la Zarigüeya o la Zari, o la Flaca se convirtió en la galga mas hermosa que hubiéramos conocido. Tímida y cariñosa, con los miembros de la familia, aunque agresiva con las personas desconocidas que intentan acercarse a la reja de la casa.

Varias personas que han pasado frente a la casa y la han visto en el antejardín con su estampa majestuosa han ofrecido comprarla para dedicarla a las carreras, pero aunque las ofertan han sido suculentas nos hemos negado a desprendernos de ella.

Es que la Flaca es parte de la familia.

El fin de semana se realizó en Ovalle una actividad denominada marcha en defensa de las Tradiciones de Chile en la que, además de huasos y criadores de gallos, participaron los criadores de galgos.

Los galgos no son como los otros perros. Todo en su estructura física hace pensar en la rapidez y la agilidad: un cuerpo esbelto y elegante, un cuello largo y fuerte, pecho ancho, musculatura poderosa y una cabeza alargada y estrecha. Su sentido de la vista es más agudo que en otras razas y cuando se mueven la diferencia con los otros perros se hace aún más evidente: sus pasos son ligeros y cuando corren alcanzan en pocos segundos 65 kilómetros por hora; ningún perro puede superarles. Un cuerpo adaptado para alcanzar tanta velocidad se justifica con el objetivo para el que se seleccionaron los galgos: cazar presas a la carrera, utilizando la vista para guiarse en la persecución. A la función inicial de la raza se ha añadido en épocas más recientes la utilización de los galgos para las carreras.

Y ahí han surgido en distintas partes del mundo Agrupaciones de defensa del Galgo, para evitar que estos cuando cumplan su ciclo de vida útil o sufran una lesión, sean sacrificados o dejados en libertad a su suerte en las calles o campos.

Y cada vez que veo una galgo suelto en la calle, mal nutrido, enfermo, temeroso de sufrir golpes, en busca de alimento, no puedo menos de recordar a nuestra Laurita que a menudo se acerca, apoya la cabeza en las piernas a la espera de recibir una caricia en la cabeza o una galleta como premio a su buena conducta para agradecer con una mirada tierna. ¿Como no quererla?

Entonces me pregunto a quién hay que defender en este caso : ¿las “tradiciones” de carreras de perros, o el derecho de ese perro a vivir en un hogar ofreciendo y recibiendo el cariño de sus amos como cualquier otra raza.

M.B.I.

Laurita, a los pocas semanas de llegada nuestra casa. El Patito Feo se transformó en Cisne.
OvalleHoy.cl