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Reivindicación de la Mujer: una deuda pendiente desde el tiempo de la mitología bíblica

“No deseo que las mujeres tengan más poder sobre los hombres sino que tengan más poder sobre ellas mismas” – Mary Shelley –

El relato de la mitología bíblica en el libro del Génesis, presenta a la mujer, tentada por la serpiente antigua, como la causante de la caída del hombre ante la Gracia de Dios y su expulsión del huerto del Edén. Sin embargo, en las sagradas escrituras queda de manifiesto que la mujer nunca recibió orden de Dios en cuanto a no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, puesto que la mujer, desde su origen mismo, fue creada libre y soberana en su voluntad para decidir.

Lo cierto es que fue la mujer quien liberó al Adán bíblico, creado inicialmente como un andrógino, del cautiverio en un paraíso de la ignorancia, le enseñó la luz en su oscuridad, le mostró como obtener sabiduría rompiendo la ignorancia infinita,  fue su Prometheus que despertó consciencia de lo inconsciente.

En la tradición judía de la investigación profunda llamada Midrash, se puede advertir que en las escrituras fueron dos mujeres desde el principio. Una, llamada Lilith, creada al igual que Adán del polvo, y la otra, llamada Eva, creada a partir de una de las costillas de Adán.

En el caso de Lilith, Dios la creó a su imagen y semejanza al igual que Adán. Lilith fue creada en una condición de igualdad con el hombre, ni inferior ni superior, sino igual. 

En el caso de Eva, Dios la tomó de una las costillas de Adán, así fue creada a partir de un mismo material genético, con igual capacidad genética que el hombre para iniciar su propio desarrollo ontológico. Dios le creó al hombre una compañera libre y soberana, no una subordinada.

En el Alfabeto de Ben Sira se dice que Lilith al no querer ser subordinada de Adán, pues era su igual, huyó del paraíso siendo condenada y convertida en un demonio, por el Dios omnibenevolente.

Sin embargo, siendo Lilith creada a imagen y semejanza de Dios, no podía estar aneja a los atributos de la inteligencia y la sabiduría divina, y así Lilith, en el sentido de la concepción Platónica, fue un Daimon, un ser de luz intermedio entre los mortales e inmortales, guiando a los hombres a lo largo de su vida y conduciéndoles al Hades en el momento de su muerte. Así la mujer, Lilith, fue un Daimon, luz y guía para el hombre.

Eva, cuyo nombre en hebreo significa “aquella que da vida” o “la que da vida”, mujer del Génesis, de quién recibe su nombre la llamada Eva Mitocondrial, aquel ancestro mujer que poseía  las mitocondrias – que se transmiten por vía materna – de las cuales descienden todas las mitocondrias del ser humano actual, es la madre de la humanidad, pues sin el mordisco a la manzana, no hubiera nacido la humanidad. “El hombre le debe a la mujer la vida”.

La inseguridad, el egoísmo y la ignorancia que han marcado la tradición del patriarcado en el Cristianismo, como en otras tantas religiones igualmente ciegas sobre la importancia de la mujer en el universo, le ha llevado a postergar, de manera cruel y miserable, a la mujer a un rol de sirvienta de la fe, del hombre, de la sociedad, e incluso del mismo Dios, expresión insoslayable de la miseria del patriarcado.

Lo cierto es que el rol de la mujer en el Génesis ha consistido en ser la luz para el hombre, ha sido el despertar de la conciencia para un hombre ciego y pusilánime, que existía atrapado en la oscuridad del  absurdo por el miedo a una Deidad que le había condenado desde su creación misma a vivir en la ignorancia, pues de buscar la ciencia, moriría, y de encontrarla, llegaría a ser como los Dioses: los Elohim. “El hombre le debe a la mujer la ciencia y la luz”.

En la Antigua Grecia, no fueron suficientes sus grandes obras como el Partenón y el museo del Halicarnaso, ni su gran aporte a la humanidad con el nacimiento y desarrollo de la filosofía, para evitar que sus ciudadanos, ilustrados por sus excelsos pensadores, viviesen en el error de relegar a la mujer a un mundo sin voz ni voto en la vida social, vivían en la polis pero carecían de derechos políticos.  La única condición de la mujer era el destino general de esposa y madre, literalmente recluidas en el hogar. La sabiduría de la filosofía griega no brillo con la misma inteligencia ante una autoridad patriarcal trasnochada que solo le permitía a la mujer un escape a través de la religión como sacerdotisa – una forma elegante de esclavitud y servidumbre -.

Aun así, en la Grecia antigua existieron mujeres revolucionarias, de ello nos  cuenta Aristófanes en su famosa comedia Lisístrata, obra en la cual describe la primera huelga sexual de la historia llevada a cabo por mujeres a causa de las continuas luchas entre los hombres Atenienses y Espartanos. La ateniense Lisístrata cansada de no ver a su marido propone al resto de las mujeres la que sería la solución perfecta para poner fin a la interminable guerra del Peloponeso: una huelga sexual; consiguiendo de esta manera lograr la paz entre Atenas y Esparta.

Filósofos de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, cabe pensar que padecieron de una cierta atrofia cerebral, esa muerte e eliminación progresiva de las neuronas del cerebro, que les llevó a considerar a la mujer como seres intelectualmente inferiores, incapaz de regirse por la razón, justificando una inferioridad femenina relegada a tareas únicamente domésticas y de reproducción. 

El tiempo – hijo de Urano y de Tellus -, el gran maestro de todas las cosas, que todo lo engulle, demostró el error  Griego, pues  alrededor del año 370 d.c. nace Hipatia de Alejandría, natural de Egipto, quien fuera filósofa y maestra neoplatónica griega. Se dedicó íntegramente a cultivar su mente, siendo considera por muchos como la primera mujer científica en la historia de la humanidad, destacó en campos como las matemáticas y la astronomía.

La ignorancia del cristianismo de aquella época – no muy distinta a la hoy – la identificó con el paganismo. Hipatia, no traicionando sus ideas y su libertad de pensamiento, se negó a convertirse al cristianismo – patriarcal como el que reina en la Santa Sede – por lo que fue acusada de conspiración contra Cirilo, el líder cristiano de Alejandría, a causa de ello, en marzo del año 415 d.c. fue brutalmente asesinada y descuartizada por una turba de fanáticos e intolerantes cristianos, para luego ser llevada al Ciraneo donde sus restos fueron incinerados.

El asesinato de Hipatia, es un símbolo de la opresión del Patriarcado, representado en uno de los Padres de la Iglesia, el cruel, violento, autoritario,  perverso y falto de escrúpulos, Cirilo de Alejandría (375-444 d.c.).

Siglos después, en la época de la Ilustración, también conocido como el Siglo de las Luces (Siglo XVIII), tuvo su punto de partida el feminismo moderno, según señalan las filósofas Celia Amorós y Amelia Valcárcel, arrancando previamente de la filosofía barroca – feminismo filosófico que nace en el siglo XVII -. En esta época cabe destacar la obra publicada en 1673 por el filósofo cartesiano  y precursor del feminismo Francois Poullain de La Barre, titulada “Sobre la igualdad de sexos”, sería la primera obra feminista centrada en fundamentar la demandad de igualdad sexual.

Con más de dos siglos de anterioridad a la obra de Poullain de La Barre, se hace necesario citar “El libro de la ciudad de las damas”, terminado en 1405, es probablemente la primera obra que reivindica los derechos de las mujeres. Su autora, la poeta francesa Cristine de Pizan, es considera por muchos como la primera escritora profesional de la historia.

La Ilustración, que estuvo inspirada en la razón y en el conocimiento, fue la expresión de la iluminación que emana de la inteligencia y de la lógica, destinada a guiar un mundo preso en la ignorancia del dogma, la superstición  y los mandatos teológicos de un patriarcado misógino, por lo común clerical.

El feminismo moderno que nace a partir del Siglo de las Luces, es una lucha justa y necesaria por la reivindicación de los derechos y la dignidad de la mujer. Es una toma de conciencia ante la opresión, dominación y explotación de la mujer por parte del patriarcado. Ideas que fueron defendidas por Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet, quién prácticamente fue el único que lucho porque se garantizaran – durante la Revolución Francesa – los derechos políticos de las mujeres. Mujeres que durante la Revolución Francesa marcharon hacia Versalles, bajo el lema de “libertad, igualdad, fraternidad”, para exigir el sufragio femenino.

La escritora británica Mary Wollstonecraft, quién publicó en 1792 su obra “Vindicación de los derechos de la mujer”, sostuvo con su razonamiento ilustrado que “las mujeres poseen la misma capacidad innata para la razón y el autogobierno que los hombres; la virtud debe significar lo mismo para los hombres y para las mujeres; y las relaciones entre ambos sexos deben basarse en la igualdad”.

A través de la historia de la humanidad han sido grandes y notables las mujeres que han contribuido con su genio y talento, y más aún, que contribuyen con su lucha y trabajo en el anonimato del diario vivir, al progreso y bienestar de la humanidad.

A pesar de la grandeza de la mujer en el curso de la historia de la humanidad, son innumerables los abusos y la violencia de género a los cuales se han visto sometidas, muchos de ellos burdamente perdonados en un confesionario a cambio de tres padre nuestro y diez ave maría. 

En la actualidad, cada 8 de marzo las mujeres del mundo celebran su día, el Día Internacional de la Mujer, proclamado en 1910 en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague (Dinamarca) a propuesta de la política alemana, de ideología comunista, Clara Zetkin. Al año siguiente, el 19 de marzo de 1911, se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer, en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.

El Día Internacional de la Mujer es celebrado por las Naciones Unidas desde 1975 y proclamado por la Asamblea en 1977.

Cuenta la historia que un 8 de marzo de 1857, una marcha de mujeres trabajadoras textiles de la compañía Lower East Side,  recorrieron los suburbios ricos de la ciudad de Nueva York, exigiendo mejoras en sus condiciones laborales y en sus salarios, estas mujeres, a fuerza de la represión policial fueron brutalmente heridas, resultando otras tantas muertas. No cabe duda que la anencefalia, entre algunos de aquellos que detentan el uso legítimo de la fuerza, es un mal endémico e histórico.

Existen muchas e innumerables  fechas que nos recuerdan hechos cruentos de la lucha por los derechos de la mujer, pero lo cierto es que la humanidad tiene una deuda histórica pendiente, ya sea por acción u omisión, en la reivindicación de la dignidad de la mujer, en sus derechos y garantías y, especialmente, en el lugar que le corresponde ocupar, por naturaleza, en el mundo y en la sociedad, como un ser único, irrepetible e irremplazable.

“A veces tienes que olvidar lo que sientes, y recordar lo que mereces” Frida Kahlo.

Por Carlos Francisco Ortiz
Dedicado a Eva.

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