InicioActualidadCrónicaSe juntaron los cabros del Poli

Se juntaron los cabros del Poli

El sábado 15 de enero recién pasado, como a las 10 de la mañana, fue cuando llegué al punto señalado en el Waze de mi vehículo. Estaba en la zona norte de La Serena, y ahí habíamos quedado de juntarnos con los cabros.

Recién me había bajado del auto, con mascarilla, cuando me encontré cara a cara con un señor bajito, también con mascarilla, que se me acercó respetuosamente y tendiéndome su mano me dijo presentándose:

– Ricardo Bordones…

Ricardo no me había reconocido, y era lógico. Después de casi 50 años, más la mascarilla, no era fácil reconocerse a la primera, así que me bajé brevemente la mascarilla y le dije:

– ¡Ricardo!…soy Pedro Vargas!

Y ahí con mi viejo y querido amigo, con quién compartimos pieza en una pensión para estudiantes en calle Independencia mientras estudiábamos en el Poli (además de algunas aventurillas en nuestro querido mineral de El Salvador) nos dimos un gran abrazo de reencuentro mientras nuestros ojos brillaban.

Así empezó para mí el reencuentro que programaron algunos ex-alumnos de la gloriosa Escuela Industrial de Ovalle (hoy Politécnico) y que pertenecen a las generaciones de los años 70, 71 y 72.

Por razones personales yo no iba a asistir a este Encuentro, pero como estaba cerca del lugar (en Guanaqueros) decidí ir a » justificarme» personalmente y así aprovechar  de saludar a los chiquillos que pudiera encontrar. La reunión era por todo el día.

Después de encontrarme con Ricardo empezaron a llegar mas ex- alumnos y aproveché de saludarlos a todos, pero solo alcancé a conversar muy poquito con ellos.

Con el que sí pude conversar un poco más fué con nuestro querido «Cesar Antonio Santis» ovallino: el gran hombre de radio Wilson Castro, quién en sus años mozos fue uno de los grandes aportes a la animación de innumerables eventos ovallinos que por esos años eran nuestra «atmósfera». Wilson sigue vigente trabajando en lo suyo.

También conversamos un poco con Douglas Henríquez, con quién nos une una larga coincidencia de vivencias en La Mina vieja de Potrerillos y el mineral de El Salvador. Y a él, como a mí, le encanta escribir, por lo que le pedí me hiciera llegar algunos de sus escritos.

El resto de diálogos entre compañeros fueron solo pinceladas de recuerdos con los que pude. ¡Faltó tiempo!.

Pero lo que si me quedó claro es que éstas generaciones de alumnos, que estudiamos uno o dos años en la Escuela Industrial en calle Vicuña Mackenna y luego terminamos nuestra enseñanza media en la actual ubicación del Politécnico, guardan el recuerdo de estos años de estudios como un precioso tesoro en sus corazones.

Mientras conversaba con Wilson y Douglas, pude ver de reojo como otros se abrazaban, como sonreían, como revivían recuerdos, como volvieron a ser los jóvenes Idealistas que se esforzaban por estudiar mucho, por pedir profesores para su nueva Escuela, por pedir que pusieran luego la electricidad en los talleres para poder trabajar aprendiendo y ser en el futuro hombres de bien. 

Hoy no tengo duda….¡¡Lograron ser hombres de bien y me siento orgulloso de haber sido parte de esa generación!!

Después de despedirme de ellos, disculpándome por no quedarme todo el día, me dirigí a mi auto que se encontraba a unos 30 metros del «epicentro» de la actividad. Faltaban algunos metros para llegar a mi vehículo cuando escuché una voz que gritaba detrás de mí:

– ¡Pedro!..¡Pedro!…

Volví mi cabeza para ver de quién se  trataba y detrás mío venía corriendo un «joven» moreno que se acercó medio jadeante y me dijo :

– ¡Soy Enrique «L» Jofré! –

¡Ahora era yo quién no había reconocido a mi gran amigo de aquellos tiempos!

Nos dimos un abrazo, y como yo ya me venía, nos despedimos alegremente amenazándonos  mutuamente que para el próximo Encuentro conversaremos de todas nuestras peripecias de adolescentes.

Cuando iba de vuelta a Guanaqueros pensando en estos breves pero significativos momentos vividos,  no pude apartar de mi imaginación que todo lo que recién había vivido no era un sueño, pero que se parecía mucho a eso. Así que me quedé con la mejor interpretación que pude de todo lo que pasé: 

Había sido como un recreo en el patio de nuestro querido Politécnico dónde volvimos a estar todos juntos reunidos en grupos para hablar de cualquier cosa. Lo importante era estar juntos.

Un abrazo mis queridos compañeros de estas lindas generaciones y,  si Dios quiere, nos volveremos a encontrar.

Pedro Vargas

Músico y Orfebre

OvalleHoy.cl