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Tiempos de encuentro.

Por estos días el mundo cristiano se encuentra conmemorando la Semana Santa, la cual nos invita a reflexionar sobre nuestros actos y los cambios que debiésemos realizar para acercarnos más a Cristo; su figura representa una dimensión específicamente religiosa pero también tiene una connotación humana, abierta a todos, con independencia del credo religioso que se profese.

  Semana Santa es tiempo de encuentro, tiempo para la oración y la reflexión, tiempo para que nos reencontremos con los diferentes rostros del Señor, su rostro abatido y desconsolado cuando se muestra dispuesto a que se haga la voluntad de su Padre, su rostro resignado y doliente en el lugar de su muerte, la cruz y su rostro glorioso y benevolente al momento de la resurrección en que nos devuelve la esperanza en la vida nueva y eterna, es tiempo en que debemos confiar en su bondad y decir “acuérdate de mí”, siendo agradecidos por su infinita misericordia.

  Que el origen del calendario cristiano  en la Resurrección de Jesús nos debe llevar a reflexionar sobre nuestra existencia y sobre el valor inconmensurable de la vida (desde su concepción hasta su término natural). Semana Santa es la fiesta de las fiestas, al celebrar la resurrección de Jesucristo, el triunfo de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad, pudiendo extraer de ella enseñanzas como que de todo mal podemos extraer un bien, como el mal que significó la pasión y muerte de Jesucristo, no fue nada en comparación al bien que fue su resurrección y lo que ello significa para todos nosotros. De la pandemia que hoy nos asola y azota (muerte de seres queridos, cesantía, aislamiento, etc.) sean el germen que nos mueva a reflexionar interiormente sobre nuestra existencia, sobre el valor inconmensurable de la vida y no nos dejemos abatir pese a las adversidades, porque sabemos que la vida triunfa sobre la muerte, así como el bien por sobre el mal.

Si bien es cierto, estamos viviendo tiempos muy duros y dolorosos, la Semana Santa nos invita e insta a que, a este dolor, a este sufrimiento le demos sentido, incluso se los entreguemos a Jesucristo y le pidamos sanar este dolor; no en vano, la Semana Santa para los cristianos es una de las fechas más importantes y significativas del calendario litúrgico, pues representa entre otras cosas, el triunfo de la vida sobre la muerte. Tanto es así que, durante los tres primeros siglos del cristianismo la única fiesta que realmente se celebraba era la Pascua de Resurrección (la Gloriosa Resurrección de Cristo) y en menor medida Pentecostés (descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles). No fue sino, que con el tiempo que se adicionaron celebraciones de los distintos momentos de la vida de Jesús y de los Santos, para llegar al calendario litúrgico que hoy conocemos.

Cada Semana Santa, nos permite volver sobre las distintas enseñanzas que nos dejó el paso de Jesucristo entre nosotros, como fue el gesto realizado por Poncio Pilatos, que ha quedado gravado en el inconsciente colectivo de las personas culturalmente hablando, por el gesto de “lavarse las manos”, ante su incapacidad de asumir la responsabilidad personal por sus acciones. En donde en el juicio a Jesús, le hizo la pregunta al pueblo, sobre si querían soltar a éste (por Jesús) o a Barrabás; siendo la respuesta del pueblo, que se dejara libre a Barrabás y se crucificara a Jesús, en quien Poncio Pilatos, no veía ningún mal, pero que igualmente cedió ante las presiones y derramó la sangre de un inocente y se excusó diciendo que el pueblo lo había decidido y no él.

Es por ello, que en ocasión de lo que se conmemora (la pasión, muerte y resurrección de Jesús) y de los tiempos difíciles que estamos atravesando como humanidad, me gustaría invitarlos a volver a leer los Evangelios para recordar, para volver a pensar, para reflexionar, para simplemente vivir mejor.

Susana Verdugo Baraona.

OvalleHoy.cl