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Un triste espectáculo

Lo que hemos visto el último año por parte de nuestros “honorables”, es simplemente un triste espectáculo. Al parecer gran parte de los miembros del Congreso no sólo olvidaron, sino que traicionaron abiertamente el juramento que hicieran al asumir sus cargos, que era el de hacer cumplir la Constitución y hacer cumplir las Leyes. Pero bueno que se puede esperar del peor Congreso que ha tenido la historia de Chile.

Tenemos individuos que no representan ni siquiera a quienes votaron por ellos, pues actúan con una confusión cognitiva de su rol de parlamentario, al creer que deben votar apruebo o rechazo dependiendo del lugar que promueva la iniciativa y no participan del proceso de elaboración de las leyes, dejan de lado el instruirse, el formarse e informarse si lo propuesto es bueno para Chile, para las personas, y no si eso les puede dar más o menos réditos políticos a unos u a otros, sino que votan simplemente siguiendo una instrucción y no defendiendo una convicción.

Es simplemente triste que veamos muchas veces a parlamentarios que no saben ni siquiera que es lo que están votando y se dediquen a “crispar” más el ambiente, como si la auto demolición institucional no fuera suficiente. Pero claro siempre a lo largo de la historia en todo orden de cosas, es más fácil y rápido destruir que construir, tender puentes y puntos de encuentro. Al parecer a la clase política actual (no toda por su puesto) le interesa más dejar bien marcado su paso, sin importar que su huella no sea más que escombros.

Estamos viviendo una descomposición de la política en el sentido orgánico, de una pestilencia putrefacta que va gangrenando a otras áreas con el pasar del tiempo, nos está llevando por el mal camino quienes tienen la obligación de pensar primero en el deber, en el bien común y luego en sí mismos, pero desgraciadamente no lo están haciendo.

Es hora de que reflexionemos con serenidad, pero también que actuemos ya en la toma de decisiones que marcaran un ante y un después en la historia de nuestro país, es un imperativo nacional que en estos tiempos grises y contradictorios, donde reina la desconfianza absoluta, donde prima la pasión por sobre la razón en donde  nada puede florecer y crecer, despertemos y no nos quedemos “encerrados” en las redes sociales. Debemos exigir que se cumpla con el Estado de Derecho y no dejarnos adormecer con los “cantos de las sirenas” del populismo.

No nos dejemos arrastrar a las profundidades del oscurantismo político, donde nadie alega y así los parlamentarios pueden seguir “avanzando” sin que nadie “los moleste” y les permitimos destruir la institucionalidad, para que nos sigan sumergiendo en lo más profundo de una crisis que nos costará mucho salir, más cuando tenemos muchas Instituciones que no están dando el ancho, por lo que no podemos ser “cómplices” por estar adormecidos, debemos despertar, basta de tanta desidia, del triste espectáculo que están dando al dedicarse a descalificarse unos a otros por ser de coaliciones distintas; lo mejor es dedicarse a trabajar por y para la ciudadanía, colaborar a que se recuperen las confianzas para poder salir de este estancamiento, de este gran retroceso que hemos sufrido como sociedad, para que crezcamos todos juntos como Nación, sin narcoterrorismo, sin tráfico de influencias, sin nepotismo, sin compadrismos, sino que con equidad, justicia, meritocracia y gente que ame a su Patria y a su gente.

Susana Verdugo Baraona. 

OvalleHoy.cl