“Yo era el rey de este lugar/Aunque muy bien no lo conocía/Y habían dicho que atrás del mar/El pueblo entero pedía comida/No los oí
Que vil razón/Les molestaba su barriga/ Yo era su rey así lo dijo Dios/Yo era el amor la luz divina/” , dice la canción de Sui Generis. .
Cuando se superponen los lntereses particulares a los que apunta el neoliberismo extremo , te conviertes en ese “tonto rey imaginario”.
Los principios valóricos del
neoliberismo, del neoliberalismo elevado y llevado a su máxima expresión como ocurrió en los
últimos 40 años en Chile, se fundamentan principalmente en dos pilares: la propiedad privada y la minimización
absoluta del estado como ente regulador, subsidiario o garante.
Esto, lleva a la “verdadera
libertad” y establece al mercado como el dios todopoderoso que determina
todos los destinos. Recordemos que desde la teoría liberal
inaugurada por Adam Smith en adelante se afirma que la «mano
invisible» y «autorreguladora» del mercado permite el bienestar
general de la sociedad a partir de la búsqueda de los intereses particulares . Intereses
particulares. Ojo, todos tenemos intereses particulares: un trabajo que
te haga feliz, un hogar, una casa digna, un vejez sin mendigar. En términos
capitalistas esos intereses particulares se manifiestan en la acumulación de riquezas y poder cueste lo que cueste. He aquí el caldo de
cultivo para todas las injusticas o
desigualdades sociales que durante las
últimas décadas transformaron a Chile en
el país más capitalista que el mismo capitalismo pudiese haber concebido por lo
que la tarea de los Chicago Boys sobrepasó
todas las expectativas.
Por
el otro lado están los valores del humanismo en cuanto ser humano que vive
entre, con, por y para los otros/as. Ese
humanismo es fuente vital de una sociedad más justa y de una vida más plena
para todos. Lamentablemente quienes
estaban mandatados a velar por el bien
común superpusieron aquellos intereses
particulares mercantilistas por sobre los
valores de libertad , fraternidad ( ser hermanos/as), e igualdad (ante la ley, ante el otro/a,
valer por lo que eres y no por lo que tienes)
y todo lo que esos valores conllevan: solidaridad por sobre el egoísmo,
el respeto por sobre la discriminación- exclusión, la cooperación por sobre la
competitividad, etc. Humanismo
al fin al cabo. Dejamos de lado el Humanismo. Así es que terminamos
convirtiéndonos en una sociedad enferma, enajenada.
Hasta el salto de torniquete del metro el 18
de Octubre en la mañana. Antes de eso
quienes ostentan el poder, estaban,
están aun de hecho, como el protagonista de Tribulaciones, Lamentos Y Ocaso de Un Tonto Rey Imaginario,
O No. Los guardianes de los valores fundamentales del neoliberalismo no veían al abuelo que con 80 años debía
mendigar para subsistir, no fueron capaces de
ver los paseos peatonales de las ciudades donde hay más vendedores de
parches curitas, super 8 o anticuchos
que flores en primavera. Se preocuparon
de llenar sus bolsillos gracias a los paneles de expertos más que de asegurar
dignidad a su pueblo. Entonces se sorprendieron.
La canción continúa así: “Yo era
el rey de este lugar/ hasta que un día llegaron ellos/ gente brutal sin
corazón/ que destruyó el mundo nuestro/ Revolución Revolución cantaban las
furiosas bestias(..)”
Todo parecido
con la realidad es sólo coincidencia.
Creo que no se
trata de erradicar la propiedad privada (se cumplieron 40 años del fracaso del otro extremo) pues claramente es
un motor importante para cualquier
economía; lo que se debe hacer es dejar de lado los intereses particulares de
acumulación de riqueza y poder para
cambiarlo por los humanistas. Debemos volver a ellos. Si se logra conjugar
ambos, tendremos una sociedad de verdad más justa. Crecimiento e igualdad
social. ¿será mucho pedir? Tal vez se
suban los impuestos a las empresas, a
los más privilegiados, pero que esos impuestos se traduzcan en cosas reales y
justas como acceso a mejor salud, a transporte,
a educación de calidad., a protección de niños/as, adultos mayores. Es solo un
ejemplo, los economistas sabrán más.
Quizás
cambiar la Constitución del dictador sea un paso, pero no olviden que hay demandas
urgentes que no han resuelto.
No vaya a ser que de verdad terminen como la canción : “yo era rey de este lugar, tenía cien capas de seda fina/ y estoy
desnudo, si quieren verme/ bailando a través de las colinas/ bailando a través
de las colinas”
Volvamos al humanismo que nunca debimos perder. Nunca.
Por K Ardiles Irarrázabal
Columnista