Creo que la mirada de descubrir los dones que hemos recibidos nos han hecho descubrir la presencia de Dios y como se manifiesta en la vida. En esta mirada encontramos debilidades, que se hace necesario potenciar con el ejemplo y carisma que cada persona posee.
Si bien hay una debilidad en lo que se realiza porque no se han
sabido canalizar las inquietudes y problemáticas que hoy día encuentran, en los
cuales se hace alejarse de la fe a tantas personas, pero hoy en nuestra
sociedad hay personas que se sienten comprometidos con las dificultades que hay
en nuestro país y sociedad, que auto gestionan ayudas solidarias. (Ollas
solidarias, comedores fraternos, ayuda con mercaderías, comprometidos con el
excluido).
También se hace necesario escuchar a las personas, dándose el tiempo y sobretodo acoger fraternalmente, haciendo a esta Iglesia más cercana y comprometida con la persona. Es un gran desafío que se presenta ya que hoy la individualidad está produciendo un grave daño a las comunidades y sobre todo a los grupos de personas insertas en la Iglesia.
Pero también cada uno debe ser testigo y testimonio de este
Dios de amor, que necesita que sus hijos gocen con todo lo que Él puso al
servicio del ser humano, los dones, la tierra para hacer de esta; el Reino tan
anhelado por Dios, construyendo una Iglesia participativa, valorando a las
personas con todas potencialidades que cada uno posee, colocándola al servicio
de los hermanos(as).
Hoy en día se nos presenta un gran desafío como construir en
esta sociedad, en que encontramos tantos Dioses, que nos satisfacen
momentáneamente con yugos que nos ahogan pero no nos permite encontrar al
verdadero Dios, con el cual se estableció una alianza de amor.
Hay visiones que encuentran que la Iglesia no debiera
entrometerse en los grandes problemas que afectan a nuestra sociedad, pero
sería un gran error, Jesús desafió en su tiempo a los fariseos y maestros de la Ley, que colocaban trabas y
ponían grandes pruebas a las personas, no la liberaban sino que la
esclavizaban.
Se requiere también tener una mejor comunicación y conexión
para dar a conocer lo que están realizando tantos hermanos y hermanas en tantas
capillas, parroquias un trabajo silencioso aportando con creatividad,
solidaridad con tantas personas que están sufriendo por necesidades esa Iglesia
que se sumerge y se juega por estar presente en medio del dolor.
Esto presenta para cada cristiano una enorme responsabilidad
hacer presente en la vida diaria, la bondad, la misericordia de este Dios, con
el testimonio y siendo testigos directos de este misterio, el saber que junto a
otros estamos avanzando con una gran esperanza de servir y entregar lo mejor de
cada uno al servicio de una gran comunión de hermanos(as) que hacen todo lo
posible para dejar atrás las desigualdades y las injusticias para hacer de esta
Iglesia una comunidad de amor y fraternidad, centrando todo el actuar en las
enseñanza de Jesús en las Bienaventuranzas, principio y fin de todas las
ambigüedades y angustias que se encuentran enquistadas en el corazón de tanto
hombre y mujer, que no han descubierto el obrar de Dios en la vida.
Ser sal y fermento es el mejor regalo que cada persona puede
entregar en su familia, comunidad, trabajo; y desde ahí fortalecer las
comunidades de vida, atrayendo a otros con el servicio de fidelidad a este
Dios, que siempre esta con los brazos abiertos para recibirnos en su amor.
En periodos como el que hoy se está viviendo, donde se siente
que las personas no encuentran un valor a lo que cada uno realiza en su labor pastoral y de coordinación o
hacen comentarios que son ajenos a la realidad, porque están alejados de lo que
realmente ocurre; es cierto que se encuentra mucha incomprensión, pero hay que
valorar y tener en cuenta que uno está dando lo mejor de sí y realizando una
labor que va de acorde al amor que tenemos a Jesucristo, a la comunidad donde
se sirve.
Como encontrar la palabra justa o como poder agradecer lo que
cada uno de Uds. realiza, porque muchas veces tienen que dejar de lado sus propias
preocupaciones y miedos, incluso muchas veces a sus hijos solos, sabiendo que
todo esto lo realizan porque su fe los hizo descubrir la importancia de darse y
jugarse por entero por esta comunidad de amor y por haber descubierto en su
vida a este Jesucristo que nos descoloca, que nos sorprende, cuando uno(a) se
siente llamado para hacer un servicio gratuito, en el cual el Padre Dios lo
fortalecerá con su constante bendición.
Hagamos un trato, yo quiero contar con Uds. es tan lindo saber
que ustedes existen y cuando digo contar no pido ni poco ni mucho, ni tampoco
que acudan presurosos, sino que cada día sientan que esta labor encomendada por
Dios tendrá su recompensa en la vida; pero de verdad sientan que Uds. también
pueden contar conmigo.
El amor es paciente,
servicial y sin envidia. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El
amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca
se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo;
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca pasará. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor, los tres. Pero el mayor de los tres es el amor.
Hugo Ramírez Cordova.