“Aquí estás Señor, te veré, te adoraré….por fin te veré amado mío, a tu abrazo, buscándote voy…Aquí estás Señor….abres la morada Santa ….y te adoraré, te adoraré. .Aquí estás Señor”
La Comunidad
del Colegio La Providencia de Ovalle, con gran dolor despide a quien fuera su
Directora durante 15 años, la hermana Fresia Aguirre Valladares, en su nombre
civil y María de San Pedro en su nombre religioso.
Queremos que
estas palabras de despedida, sean de acción de gracias a Dios Padre Providente,
por el privilegio de haber conocido y compartido con nuestra hermana, una mujer
consagrada, comprometida hasta el final con sus votos ofrecidos a Dios.
Todo director
o directora de un colegio, marca con su sello de liderazgo a las personas que dirige; nuestra hermana, nos
regaló parte importante de su vocación y carisma por 15 años. Lo dio con tanta decisión, con tanto amor y
pasión misionera, que la huella se quedó en el corazón de su personal, de sus
alumnas, de sus apoderados, de quienes tuvieron la oportunidad de conocerla y
recibir de ella su apoyo en los momentos de sufrimiento o necesidad o su guía
al enseñar el camino de la rectitud, para formar recta conciencia. La compasión
y la empatía para quien había errado y sufría con las consecuencias del error.
Estuvo
sirviendo en Ovalle, en el colegio antiguo fundado en 1906, vetusto
y amado colegio de adobe que albergó a generaciones de alumnas en sus aulas,
patios y talleres. Primero el año 1967, en que fundó el área comercial del
Colegio con la especialidad de
Secretariado Administrativo, luego en los años 1993 y 1994, sirvió como
Profesora de historia y de Religión, era Pedagoga en Historia y Geografía y
profesora de Religión de la Pontificia Universidad Católica de Santiago.
Desde 1995
hasta el año 2010 fue nuestra Directora, De una personalidad fuerte, estricta pero no
rígida, con un trato directo pero siempre con amabilidad y cortesía. Con su
ser, llamaba y apreciaba la amabilidad, la formalidad afectuosa, atenta a las
necesidades del ser humano que tenía en frente o a su lado. En este colegio antiguo tan querido, tuvimos
el privilegio de ver su obra formadora, misionera y visionaria, proyectando
siempre la superación de la pobreza mediante la educación y el Evangelio, hecho
obra cotidiana. Tuvo que venir el gran terremoto de 1997, para
conocer de verdad su valor, su personalidad y su liderazgo en la totalidad de
sus valores y sus virtudes: coraje, bondad, empatía con el miedo y el dolor de
las familias y sobre todo de las niñas, especialmente las alumnas internas
cuyos padres estaban en los pueblos
rurales de la provincia.
El terremoto, derrumbó nuestro colegio, sólo
quedaron algunas salas en pie y varias con importantes grietas. Nos llamó a
colaborar con la limpieza de escombros y luego a consejo del personal del
colegio, para determinar el camino a seguir. Entonces, nos desafió diciendo, de
ustedes depende, si seguimos como colegio trabajando con lo que tenemos y tal
como está, o el colegio termina aquí, porque no tenemos posibilidad de otro
local. Nuestra respuesta no se hizo
esperar, fue rápida y determinada, sin
pensar un sí rotundo, sin calcular e imaginar todo lo que significaba. Luego
dijo con si voz doctoral y muy calmada “Yo les agradezco su apoyo, en realidad
todo el mundo está asustado, pero nosotros debemos volver a clases cuanto
antes, porque si nosotros, no damos ejemplo de creer en la Providencia de Dios,
quien lo va hacer. Nosotros debemos ser los primeros en volver a la normalidad,
el lunes iniciamos las clases. Y así,
seguimos funcionando, en medio de las réplicas, la demolición dolorosa de
nuestro querido colegio por una retroexcavadora y el polvo y la faena de la
reconstrucción del nuevo edificio. Estos
tres años nuestra Hermana San Pedro, recorrió oficinas gubernamentales,
empresas privadas, organizaciones no gubernamentales, incluyendo viajes a otros
países para solicitar ayuda, conseguir benefactores. Fue su propia Congregación
en Canadá y Estados Unidos, que iniciaron la gran cadena de la solidaridad de
hermanas, la fraternidad infinita de las Hermanas de La Providencia en Chile y
el mundo.
Vimos su fe,
su persistencia, era nuestra líder, con una salud a toda prueba a pesar de su
avanzada edad y diabetes, no descansaba, no se enfermaba. Sus voces, sus
palabras eran suaves para conversar, para aconsejar; determinadas para llamar la atención y una
arenga para motivar. Aún en nuestro recuerdo, nos parece verla sobre una tarima
en el patio San José frente a las alumnas y decirles a toda voz; chiquillas el
futuro es hoy. Pues, mientras la
reconstrucción avanzaba, se venía la gran reforma educacional, el programa
MECE, cambios en la Enseñanza Media Técnico Profesional. Tuvo la capacidad de
liderazgo para llevar adelante todo el proceso, porque para ella era
fundamental entregar la mejor calidad de educación y formación a nuestras
estudiantes.
Nuestra
hermana San Pedro logró por fin, inaugurar nuestro nuevo colegio, el 20 de
Enero 2001, un edificio que ni en sueño imaginamos tan grande, cómodo, acogedor
y bello. La comuna de Ovalle, premió su
trabajo en bien de la educación y de la arquitectura y reconstrucción de la
ciudad y sobre todo su obra educadora, nombrándola Hija Ilustre de la Ciudad.
Un honor del que se sintió muy orgullosa y agradecida.
Con el nuevo
colegio, no sólo tuvimos cambio en la infraestructura, sino una reforma en
acción y la creación de las
especialidades de Ventas y de Atención de Enfermería. A los profesores nos pedía entrega y
compromiso en el amor a enseñar, en el cariño a nuestras alumnas y en la
vocación absoluta con su ejemplo todos los días. Nuestra Hermana San Pedro, jamás pretendió
ser un personaje, pero para nosotros sí,
fue y será una figura señera para quienes hemos tenido el privilegio de
trabajar con ella durante la reconstrucción y luego con la reforma educacional,
dimos tantas hermosas batallas para ser mejores, para lograr la formación integral,
para lograr lo que ella más ansiaba: la consideración, el respeto o valoración
social para todas sus alumnas del Colegio La Providencia de Ovalle.
Luego de su
partida, dirigió otras obras de la Congregación dio siempre lo máximo que podía
dar y más aún. Los últimos dos años,
comenzó a decaer, pero su memoria estuvo siempre alerta y atenta a la gente de
Ovalle que llegaba a visitarla. “Me emociona hasta las lágrimas verlas y
recordar Ovalle” nos decía.
“Señor, ya
está en casa la hija que se consagró a Ti, para
llevar tu ternura a todos, especialmente a los que sufren, a los pobres,
a los necesitados. Ella fue tu discípula, misionera entre los niños y
especialmente en los jóvenes; en la educación y en la fe en tu Providencia
Divina y en la Obra redentora de Tu Hijo Jesucristo, junto a la compasión de
Nuestra Señora de Dolores, recíbela, con tus ángeles y con tus Santos, dale el
gozo de entrar y alabarte eternamente en Tu Morada Santa.!
El Colegio La
Providencia de Ovalle, la comunidad educativa toda: Hermanas, Directivos
docentes, profesores y personal asistente de la educación, agradecemos el apoyo
de las autoridades comunales y provinciales a la tarea de nuestra Madre San
Pedro en esta ciudad. Así como todas las muestras de solidaridad y expresiones
de cariño hacia nuestra hermana.
Gracias, Dios les bendiga.
Abre
la puerta Señor
La
hija fiel ya llegó.
Abre
tus brazos
Señor.
Comunidad Colegio La Providencia de Ovalle