Anoche soñé que me llamaban desde mi AFP para anunciar que me devolverían el dinero que había acumulado todos estos años en la cuenta personal.
-Lo que tiene que hacer es ingresar a nuestra página y buscar la aplicación “Devolución de Renta”, ingresar su RUT y listo – – me explican
Yo sabía que solo era un sueño, pero igual me entró la desconfianza:
– Oiga, no será una estafa, de esas del cuento del tío”, argumenté.
-No, señor, nada de eso. Usted para ingresar, utilice su contraseña secreta, y listo, hace el trámite. Así de fácil – me dice,.
Cuento corto, ingresé a la página , busqué la aplicación, ingresé el RUT y
¡Listo!, en pocos minutos tenía en mi Cuenta Rut los $ 23. 540.000 pesos de los
ahorros de toda una vida.
Y entonces me quedé ahí , meditando que hacer ahora con toda esa plata. Es
que nunca antes había tenido tanta junta.
Ni en sueños.
Cuando le conté al resto de la familia, se me quedaron mirando.
¿Que vamos a hacer con esa plata?, pregunté.
La Gorda, mi esposa, siempre tan prudente después de un momento dijo que primero había que pagar todas las deudas.
– Alcanzará pues? – bromeé.
Y me quedó mirando, sin saber si hablaba en serio.
-Mamá, no le hagas caso, si está puro bromeando… usted lo conoce como es el papi– interviene mi hija menor.
Lo cierto es que la pregunta aún está ahí: ¿Qué vamos a hacer con la plata?
Bueno, despejando el asunto, empezamos por la propuesta de la Gorda: pagar
las deudas. Y ahí se nos fueron $ 2. 366.000.
Luego seguimos con las compras.
Por ejemplo de un refrigerador nuevo, porque el que tenemos es un regalo de matrimonio, y cuando se pone en marcha suena como si hubiera un temblor grado 5 Richter.
-El otro día vi en una película, uno de dos cuerpos – dice mi hija mayor.
-También puede ser un televisor nuevo, de esos grandes, para ver pelis en Metflic – dice la otra .
-Yo también quiero uno para mi pieza – agrega mi nieta mayor.
A la Gorda le hacen falta una cocina nueva, con ocho platos y un horno grande para hacer pizas, empanadas, y todo eso. Tal vez en una de esas se dedique a microempresaria. Además una aspiradora, una lavadora mas grande, y un nuevo microondas,
Pero sigue siendo aterrizada:
Ella quiere cambiar el techo de la casa, que está todo apolillado, la escala al segundo piso a la que la sostienen solo las termitas. Un techo para el patio para los días de lluvias y para que la Chilila, la Zarigueya y la Rubia no pasen frío en el invierno.
-También podría ser una pieza para el planchado, y sacar la cocina para el patio – dice pensativa..
Bueno, por ahí se nos fueron otros $ 12. 300.000.
Y miramos la pantalla de la calculadora viendo lo que nos queda en caja.
No es mucho, en verdad.
-Yo creo que todavía nos alcanza para un auto. Aunque sea uno no muy grande – dice mi hija menor – digo yo, para ir a dejar a las niñas a la escuela.
-Podríamos hacer una fiestecita para celebrarlo – propone con entusiasmo mi nieta mayor – ¡Voy a llamar al tiro a mis amigos…!
De nuevo revisamos las cuentas y la verdad es que nos queda bien poca
plata.
Hasta que de pronto la Gorda, pregunta:
-¿Y después de esto vas a seguir recibiendo la plata de la pensión cada fin de mes?
Me deja marcando ocupado.
-Yo creo que no, poh – balbuceo finalmente.
Todos nos miramos unos a los otros:
-Bueno, todavía nos quedan 1. 113.000 pesos ¿no?– dice mi hija menor, la optimista.
1. 113.000 pesos . ¿Y que vamos a hacer con $ 1.113.000 , ah?
Despierto sobresaltado, y bañado en sudor. Me quedo con los ojos abiertos, mirando el techo, hasta que amanece. Temo volverme a dormir y que me vuelvan a llamar.
Entonces me levanto y, sin vestirme, lo primero que hago es ir al teléfono y llamar a la AFP.
-¿Aló, con la AFP? ¿Saben, mejor no me devuelvan nada la plata ¿ya? – y cuelgo.
La Gorda y mis hijas me miran asombradas. No entienden nada.
Me encojo de hombros.
Y, aun en piyama, vuelvo a subir la escala , hacia el dormitorio, para lanzarme a la cama.
Escucho que abajo mis hijas se preguntan asombradas:
-¿Qué le pasa al papi? ¿No lo habrá agarrado un coronavirus?
Pero yo ya no escucho: Duermo plácidamente. Plácidamente.
Mario Banic Illanes
Escritor.