Chile para poder alcanzar su pleno desarrollo, como lo hemos afirmado en planteamientos anteriores, debe rectificar nuestra política exterior, en el sentido de que sea considerada como el más fuerte vinculo de unidad nacional y por ende íntimamente ligada a la defensa del espacio territorial.
Nosotros hemos perdido figuración e influencia en el continente, debido a las ideas americanistas que nos han debilitado (esta noble idea, nuestra clase política la ha malentendendido como entreguismo) al ir a la guerra con España (1864) para defender al Perú y después por dicha visión y desconocimiento se entregó la Patagonia. Por eso nos pillaron desprevenidos en el norte, en que la actitud de Chile era a lo igual que hoy, pacifista y confiado, donde se puede sostener que nos vimos obligados a ingresar al conflicto después de múltiples provocaciones, atropello a los tratados y cuando los trabajadores chilenos habían tomado las armas.
Recordemos a este respecto, la reacción del pueblo chileno en Santiago, después de la captura del barco “Rímac” por parte de la armada peruana, como lo gráfica el informe a Francia del Barón D’ Avril de 1 de agosto de 1879; “en la tarde, los amotinados intentaron asaltar el Palacio de Gobierno, fueron rechazados enérgicamente por un destacamento de caballería. Se había iniciado una barricada, hubo muertos y heridos de ambos bandos…”, en que hubo fuertes protestas para acciones más decididas por parte de Chile, ya que, los gobernantes querían ceder a las presiones europeas.
Me parece interesante citar a Jorge Prat Echaurren quien manifestó el 17 de noviembre de 1963 (libro; Proceso a una Democracia,pàg.268), “Con Bolivia creo que tenemos la obligación moral de buen hermano, de ser especialmente pacientes y generosos: Los gobiernos de Bolivia, en intentos de darse un estatuto social progresista, atraviesan por dificultades internas, que les hace recurrir a aquel arbitrio, tantas veces empleados en los gobiernos internos de los países para autodefensa, cual es de suscitar problemas fronterizos y de tratar de desbocar la atención de su opinión pública hacia problemas externos. No debe esto agitarnos; debemos ser imperturbables en la defensa del statu-quo obtenido jurídicamente en el Tratado con Bolivia y debemos pensar en él, no como país que desea la revancha, sino como un país que necesita que se le dé la mano…”.
Chile ha cumplido con darle cualidad marítima y múltiples facilidades que cuestan a la vez millones de dólares anuales (dinero que sale del bolsillo de todos los chilenos que pagamos impuestos), que ellos no reconocen. Por lo tanto, uno se pregunta ¿se podrá continuar siendo paciente y generoso con alguien que no reconoce los beneficios dados y sin obligación y solo es, por el espíritu americanista?
Ante esto, es necesario tener presente que la nacionalidad es y será el elemento aglutinador y dinamizador de los pueblos, ya que, eso permitirá construir su propio destino. Esto viene a significar que Chile debe ser capaz de tomar determinaciones propias como; defender su soberanía, sus recursos, búsqueda de aliados y convertirse en un verdadero “puente” y “puerto” en el Océano Pacifico entre Asia y América, donde la Región de Coquimbo tiene que cumplir un rol fundamental, pero siempre y cuando se decida por un paso fronterizo real, que tiene las tres “B”: Bueno, Bonito y Barato como lo es el ubicado en la Provincia del Limari.
OCTAVIO ÀLVAREZ CAMPOS
PROFESOR DE HISTORIA Y GEOGRAFIA
COQUIMBO